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domingo, 28 de agosto de 2011

creador, te pido que abras mis ojos y mi corazón




Hoy, Creador, te pido que abras mis ojos y mi corazón a fin de que pueda recuperar la verdad sobre mi vida. Ayúdame a resistir la tentación de creer en las mentiras que reprimen la expresión de mi vida y de mi amor. Concédeme la fuerza necesaria para resistir la tentación de creer en las mentiras de los demás, que sólo crean veneno emocional en mi corazón.
Hoy, Creador, permíteme ver lo que es y no lo que quiero ver. Permíteme oír lo que es y no lo que quiero oír. Ayúdame a recobrar mi conciencia para que pueda verte en todo lo que percibo con mis ojos, con mis oídos, con todos mis sentidos. Permíteme percibirte con los ojos del amor, para que pueda encontrarte dondequiera que vaya y verte en todo lo que has creado. Ayúdame a verte en todas y cada una de las células de mi cuerpo, en cada emoción de mi mente, en cada persona con la que me encuentre. Permíteme verte en las flores, en el agua, en el fuego, en los animales y en las mariposas. Estas en todas partes y Yo Soy uno contigo. Permíteme ser consciente de esta verdad.
Permite que todo lo que haga y diga hoy sea una expresión de la belleza de mi corazón. Permíteme ser conciente de la belleza y la perfección de todo lo que has creado, para que pueda vivir en amor eterno contigo. Gracias, Creador por el poder de crea un sueño del cielo en el que todo es posible. Empezando hoy, utilizaré el poder de mi amor para crear una obra de arte maestra: mi propia vida.

Amén.

lunes, 30 de agosto de 2010

oración para el amor por uno mismo





Hoy, Creador del Universo, te pedimos que nos ayudes a aceptarnos a nosotros mismos tal como somos, sin juzgarnos. Ayúdanos a aceptar nuestra mente tal como es, con todas nuestras emociones, nuestras esperanzas y nuestros sueños, nuestra personalidad, nuestra manera de ser única. Ayúdanos a aceptar nuestro cuerpo tal como es, con toda su belleza y su perfección. Permite que el amor hacia nosotros mismos sea tan fuerte que nunca más volvamos a rechazarnos o a sabotear nuestra felicidad, nuestra libertad y nuestro amor.
De ahora en adelante, permite que cada acción, cada reacción, cada pensamiento y cada emoción se fundamente en el amor. Ayúdanos, Creador, a aumentar el amor hacia nosotros mismos hasta que todo el sueño de nuestra vida se transforme, y el miedo y la desdicha sean sustituidos por el amor y el júbilo. Permite que el poder del amor hacia nosotros mismos sea lo suficientemente fuerte para romper todas las mentiras que nos hicieron creer; todas las mentiras que nos dicen que no somos suficientemente buenos o suficientemente fuertes o suficientemente inteligentes, y que no seremos capaces de conseguirlo. Permite que el amor hacia nosotros mismos sea tan fuerte que ya no necesitemos vivir nuestra vida según las opiniones de otras personas. Permite que confiemos del todo en nosotros mismos a fin de que hagamos las elecciones que debamos hacer. Con este amor que sentimos por nosotros mismos ya no tenemos miedo de enfrentarnos a las responsabilidades de nuestra vida o a los problemas, ni de resolverlos a medida que surjan. Permite que el poder del amor hacia nosotros mismos nos ayude a realizar todos nuestros deseos.
Ayúdanos a empezar hoy mismo a amarnos tanto que nunca creemos una circunstancia que vaya en contra nuestra. Podemos vivir la vida siendo nosotros mismos y sin fingir que somos distintos sólo para ser aceptados por otras personas. Ya no necesitamos ser aceptados por otras personas ni que nos digan lo buenos que somos, porque sabemos lo que somos. Con el poder del amor que sentimos hacia nosotros mismos, permítenos que disfrutemos de la imagen que vemos cada vez que nos miramos al espejo. Permite que una gran sonrisa se dibuje en nuestro rostro y que realce nuestra belleza interior y exterior. Ayúdanos a que el amor que sentimos hacia nosotros mismos sea tan intenso que nos permita disfrutar siempre de nuestra propia presencia.
Permítenos amarnos sin juzgarnos, porque cuando nos juzgamos, cargamos con el peso de la culpa y los reproches, necesitamos castigarnos y perdemos la perspectiva de tu amor. Fortalece nuestra voluntad para perdonarnos a nosotros mismos en este momento. Limpia nuestra mente del veneno emocional y de las recriminaciones a fin de que vivamos en un amor y una paz completos. Permite que el amor que sentimos hacia nosotros mismos sea el poder que cambie el sueño de nuestra vida. Con este nuevo poder en nuestro corazón, el poder del amor por uno mismo, permítenos transformar todas las relaciones que mantenemos, empezando por la que tenemos con nosotros mismos. Ayúdanos a estar libres de conflictos con los demás. Permítenos ser felices por compartir nuestro tiempo con las personas que amamos y perdonarlas por cualquier injusticia que sintamos en nuestra mente. Ayúdanos a amarnos tanto a nosotros mismos que perdonemos a cualquier persona que nos haya herido en nuestra vida.
Concédenos el valor para amar a nuestra familia y a nuestros amigos incondicionalmente y, para cambiar nuestras relaciones de la manera más positiva y amorosa posible. Ayúdanos a crear nuevos canales de comunicación en nuestras relaciones a fin de que no se produzca una guerra de control, de que no exista un vencedor o un perdedor. Permítenos trabajar unidos, como un equipo, para el amor, la dicha y la armonía.
Permite que las relaciones con nuestra familia y nuestros amigos se fundamenten en el respeto y la alegría a fin de que no sintamos la necesidad de decirles qué deben pensar o cómo deben ser. Permite que nuestra relación romántica sea la relación más maravillosa; permite que nos sintamos dichosos cada vez que lo compartimos todo con nuestra pareja. Ayúdanos a aceptar a los demás como son, sin juicios, porque cuando los rechazamos, nos rechazamos a nosotros mismos, y cuando nos rechazamos a nosotros mismos, te rechazamos a ti.
Hoy es un nuevo comienzo. Ayúdanos a empezar otra vez nuestra vida con el poder del amor hacia nosotros mismos. Ayúdanos a disfrutar de la vida, a disfrutar de las relaciones, a explorar la vida, a arriesgarnos, a estar vivos y a no vivir mas con miedo al amor. Permítenos abrir nuestro corazón al amor que nos corresponde por derecho de nacimiento. Ayúdanos a convertirnos en maestros de la Gratitud, de la Generosidad y del Amor a fin de que seamos capaces de disfrutar de todas tus creaciones por siempre jamás.
Amén.

sábado, 19 de septiembre de 2009

domesticación y acuerdos




No hay razón para sufrir.
La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges.
Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida.
Lo mismo es aplicable a la felicidad.
La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento.


La domesticación y el sueño del planeta.

¿Son las cosas como las vemos, como las sentimos, o básicamente interpretamos lo que nos han enseñado a interpretar?
Para la milenaria cultura tolteca (México) la “realidad” que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta. Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que “está bien” y lo que “está mal”, e incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en clase, en el trabajo). A este proceso el filósofo mexicano de origen tolteca Miguel Ruiz lo denomina domesticación.
La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal autodomesticado.



El juez y la víctima.

En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez y a la víctima.
El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos, nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cada vez que el recuerdo nos pasa factura.
Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.

El miedo y las autoexigencias son los peores enemigos de nuestro pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación nos formamos una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino marcado a seguir.
El problema es que como no somos perfectos nos rechazamos a nosotros mismos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las personas adultas para romper nuestra integridad.

Si el libro de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica, nuestro “sentido común”) no cumple sus objetivos, que en su base fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente éste no funciona.
Y como no funciona hay que cambiarlo. Y ello lo hacemos revisando nuestros acuerdos (nuestra interpretación incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y sustituyéndolos por otros.


La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:

1. Sé impecable con la palabra.

Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar lo que sea. El que las utilicemos como magia blanca o como magia negra depende de cada cual.

Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle.
Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.

Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. La propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:
Utiliza las palabras apropiadamente.
Empléalas para compartir el amor.
Usa la magia blanca empezando por ti.
SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA.


2. No te tomes nada personalmente.

Cada cual vive su propia película en la cual es el protagonista. Cada cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.
Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta por la calle (o yo lo percibo así) con casi toda seguridad no tiene nada o muy poco que ver conmigo; es simplemente su reacción a algo que está pasando fuera (un mal día con su pareja o en el trabajo, una discusión con su hija), o más probablemente dentro (preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia, una gastritis o un dolor de cabeza).
La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina en la escalera o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia película.

Hay mucha magia negra fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o de mí. En cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento del día. Todo el mundo somos “depredadores emocionales” alguna que otra vez.
Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros… Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno.

Comprender y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad. Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas. Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de las tuyas propias. Dirás “te amo” sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Siempre puedes seguir a tu corazón.
Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella. Ésa es otra película.
NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.


3. No hagas suposiciones.

Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la confianza o el amor, sino más frecuentemente por el miedo y nuestra propia inseguridad.
Deduzco que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a mi saludo al cruzarnos y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y se rompen puentes entre la otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo mismo con nuestra pareja, con la vecina, con el trabajo. Creamos realidades en base a comentarios o elementos sueltos (cuando no en base a chismes malintencionados).
La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras… e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. En última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad, siempre te queda la confianza… y la aceptación.
NO SAQUES CONCLUSIONES PRECIPITADAMENTE.


4. Haz siempre lo mejor que puedas.

El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que puedas.
Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen grado.
Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma que en otro que me siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y tremendamente generosa.
Se podría decir que en cada momento de nuestra vida somos diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas. A veces podemos responder a lo que interpretamos como una “provocación” con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos.
Pero siempre podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar conclusiones precipitadas… dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente.

Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el poder que tenemos.
De modo que, si te caes, no te juzgues.
No le des a tu juez interior la satisfacción de convertirte en una víctima.
Simplemente, empieza otra vez desde el principio.
Con la práctica será cada vez más fácil hasta que, sorpresa, la identificación es prácticamente completa y los cuatro acuerdos forman parte de nuestra manera de ser.
Simplemente somos así.

Sin duda nuestra vida será más sencilla y satisfactoria, para nosotros mismos y para las demás personas que nos rodean.


miguel ruiz

lunes, 27 de julio de 2009

los cuatro acuerdos




Has establecido millares de acuerdos contigo mismo,
con otras personas, con el sueño que es tu vida, con Dios, con la sociedad, con tus padres, con tu pareja, con tus hijos; pero los acuerdos más importantes son los que has hecho contigo mismo.
En esos acuerdos te has dicho quién eres, qué sientes, qué crees y cómo debes comportarte.
El resultado es lo que llamas tu personalidad. En esos acuerdos dices: "Esto es lo que soy. Esto es lo que creo. Soy capaz de hacer ciertas cosas y hay otras que no puedo hacer. Esto es real y lo otro es fantasía; esto es posible y aquello es imposible".
Un solo acuerdo no sería un gran problema,
pero tenemos muchos acuerdos que nos hacen sufrir, que nos hacen fracasar en la vida. Si quieres vivir con alegría y satisfacción, debes hallar la valentía necesaria para romper esos acuerdos que se basan en el miedo y reclamar tu poder personal.
Los acuerdos que surgen del miedo requieren un gran gasto de energía,
pero los que surgen del amor nos ayudan a conservar nuestra energía e inluso a aumentarla.
Todos nacemos con una cantidad de poder personal que se renueva cada día con el descanso. Desgraciadamente, gastamos todo nuestro poder personal primero en crear acuerdos, y después en mantenerlos. Los acuerdos a los que hemos llegado consumen nuestro poder personal, y el resultado es que nos sentimos impotentes.
Sólo nos queda el poder justo para sobrevivir cada día, porque utilizamos la mayor parte de él en mantener los acuerdos que nos atrapan en el sueño del planeta.
¿Cómo podemos cambiar todo el sueño de nuestra vida cuando ni siquiera tenemos poder para cambiar hasta el acuerdo más insignificante? Si somos capaces de reconocer que nuestra vida está gobernada por nuestros acuerdos y el sueño de nuestra vida no nos gusta, necesitamos cambiar los acuerdos.
Cuando finalmente estemos dispuestos a cambiarlos, habrá cuatro acuerdos muy poderosos que nos ayudarán a romper aquellos otros que surgen del miedo y agotan nuestra energía.
Cada vez que rompes un acuerdo, todo el poder que utilizaste para crearlo vuelve a ti.
Si los adoptas, estos cuatro acuerdos crearán el poder personal necesario para que cambies todo tu antiguo sistema de acuerdos. Necesitas una gran voluntad para adoptar los Cuatro Acuerdos, pero si eres capaz de empezar a vivir con ellos, tu vida se transformará de una manera asombrosa. Verás cómo el drama del infierno desaparece delante de tus mismos ojos.
En lugar de vivir en el sueño del infierno, crearás un nuevo sueños: tu sueño personal del cielo.


El primer Acuerdo es: sé impecable con tus palabras
El segundo Acuerdo es: no te tomes nada personalmente

El tercer Acuerdo es: no hagas suposiciones

El cuarto Acuerdo es: haz siempre lo máximo que puedas , ni más ni menos.



los cuatro acuerdos, miguel ruiz