viernes, 30 de abril de 2010

mandalas



Jung comenzó utilizando los mandalas para explorar su propia psique. Escribió: “Con la ayuda de estos dibujos yo podía observar mis transformaciones psíquicas día a día…
Gradualmente descubrí qué es realmente un mandala: Formación, Transformación, la recreación eterna de la Mente Eterna. Y eso es el ser, la totalidad de la personalidad que, si todo sale bien, resulta armónica, pero no tolera los autoengaños.

jueves, 29 de abril de 2010

como una pluma



Lo que más me interesa es que me dejen tranquilo, y estoy buscando una manera de que nunca me inquiete nada. ¿Y porqué no? Debo preocuparme para descubrir algo, ¿no es cierto? Tengo que pasar por tremendos trastornos, agitación, ansiedad, para poder descubrir, ¿no es así? Porque si no me preocupo, me quedaré dormido y tal vez sea esto lo que la mayoría de nosotros desea en realidad: que nos calmen, que nos hagan dormir, alejarnos de toda inquietud, encontrar el aislamiento, el retiro, la seguridad.

miércoles, 28 de abril de 2010

eres un ser con poder




Eres un ser con poder; eres completamente libre para crear, y cuando sabes eso – y estás enfocado en cosas que están en armonía vibracional con eso – sientes alegría absoluta. Pero cuando piensas pensamientos que son contrarios a esa verdad, sientes las emociones opuestas de falta de poder y atadura. Y todas las emociones caen en algún lugar dentro de ese rango, desde la alegría a la falta de poder.

De la misma manera que los escultores moldean la arcilla y forman la creación que los complace, creas moldeando Energía. La moldeas a través de tu poder de enfoque – al pensar sobre cosas, recordar cosas e imaginar cosas. Enfocas la Energía cuando hablas, cuando escribes, cuando escuchas, cuando estás en silencio, cuando recuerdas, cuando imaginas – la enfocas a través de la proyección de pensamiento.

El Proceso Creativo es conceptualmente un proceso simple. Consiste de tan solo tres pasos:
Paso 1 (tu trabajo): Pides.
Paso 2 (no es tu trabajo): La respuesta es dada.
Paso 3 (tu trabajo): La respuesta, que ha sido dada, debe ser recibida o permitida (tienes que permitir que entre).

Todas las cosas que pides, sean largas o pequeñas, son inmediatamente comprendidas y ofrecidas totalmente, sin excepción. Cada punto de Consciencia tiene el derecho y la habilidad de pedir, y todos los puntos de Consciencia son honrados y obtienen respuesta inmediatamente. Cuando pides, es dado – ¡cada vez! Tu “pedido” es a veces realizado con tus palabras, pero más frecuentemente emana de ti vibracionalmente como una corriente constante de preferencias personalmente perfeccionadas, cada una construyendo sobre la anterior y cada una respetada y respondida.

Cada tema es en realidad dos temas: Esta aquello que deseas y la ausencia de ello. Frecuentemente – aún cuando crees que estás pensando sobre algo que deseas – en realidad estás pensando sobre el opuesto exacto de aquello que deseas.

Lo que piensas y lo que obtienes siempre coiciden perfectamente a nivel vibratorio, entonces puede serte de ayuda hacer una correlación consciente entre lo que estás pensando y lo que estás manifestando en tu experiencia de vida; pero es aún de más ayuda si eres capaz de discernir hacia donde estás dirigiéndote aún antes de llegar allí. Una vez que entiendes tus emociones y lo que ofreces vibracionalmente, puedes saber hacia donde te diriges, por la forma en que te sientes.

No siempre eres consciente de que tus deseos han sido respondidos porque frecuentemente hay una brecha temporal entre tu pedido y tu permitirlo. Aunque un deseo claro ha emanado como resultado del contraste que has considerado, frecuentemente, en lugar de darle tu atención puramente al deseo mismo, te enfocas de regreso en la situación contrastante que le dio nacimiento al deseo – y al hacerlo, tu vibración es más sobre la razón por la que has lanzado el deseo que el deseo mismo.

Con cada declaración de necesidad y justificación, refuerzas sin desearlo la vibración de tu situación displacentera actual, y al hacerlo, continuas manteniéndote fuera de alineación vibratoria con tu nuevo deseo y fuera del modo de recibir lo que estás pidiendo…Mientras sigas más consciente de lo que no deseas respecto a una situación, lo que deseas no puede venir a ti.

Una vez que entiendes que la manera en que te sientes indica tu nivel de permisión o resistencia, ahora sostienes la clave para crear cualquier cosa que deseas. No es posible para ti sentir emoción positiva consistentemente sobre algo y que eso salga mal, asi como no es posible que consistentemente te sientas mal sobre algo y que resulte bien – y la manera en que te sientes te dirá si estás permitiendo tu Bienestar Natural o no.

Nos referimos al Tu No-Físico como tu Ser Interior o tu Fuente. No es importante como llames a esa Fuente de Energía, de Fuerza de Vida, pero es importante que estés consciente de cuando estás permitiendo una Conexión completa con ella y cuando la estás restringiendo en alguna forma – y tus emociones son tus indicadores constantes de tu grado de permisión o resistencia respecto a esa Conexión.

Son amados - Todo está bien

La base de tu vida es la libertad absoluta, la meta es la alegría, y el resultado de esta perfecta combinación es movimiento hacia adelante o crecimiento. (Abraham)


martes, 27 de abril de 2010

la entrega es un fenómeno puramente interior



La entrega es un fenómeno puramente interior. No significa que en el exterior usted no pueda actuar y cambiar la situación. De hecho, no es la situación total lo que usted debe aceptar cuando se entrega, sino sólo el minúsculo segmento llamado el Ahora. Por ejemplo, si usted estuviera atascado en el barro en algún sitio, no diría: “Bien, me resigno a quedarme en el barro”. La resignación no es entrega. Usted no tiene que aceptar una situación vital indeseable o desagradable. Ni necesita engañarse a sí mismo y decir que no hay nada malo en estar atascado en el barro. No, usted reconoce completamente que quiere salir de ahí. Entonces concentra su atención en el momento presente sin etiquetarlo mentalmente de ninguna forma. Esto significa que no juzga al Ahora. Por lo tanto, no hay resistencia, ni negatividad emocional. Usted acepta el ser del momento. Entonces emprende la acción y hace todo lo que puede para salir del barro.
A tal acción la llamo acción positiva. Es mucho más efectiva que la acción negativa, que surge de la ira, la desesperación o la frustración. Hasta que usted logre el resultado deseado, continúa practicando la entrega refrenándose de calificar el Ahora…

lunes, 26 de abril de 2010

no lo llames inseguridad, llámalo libertad



Una persona inteligente es aquella que permanece alerta en cualquier situación, que responde a las situaciones con todo su corazón. No es que sepa lo que va a ocurrir; no es que sepa, «si haces esto sucederá aquello». Cuando calientas agua hasta los 100 'C, se evapora, eso está garantizado. Pero en la vida real, no hay nada tan seguro como eso. La propia disposición de mantenerse en la incertidumbre es valentía. Esta disposición de estar en la incertidumbre es confianza.

Cada individuo es una libertad, una libertad desconocida. Es imposible predecirlo, imposible imaginárselo. Hay que vivir estando despiertos y con comprensión.

Si comprendes, la inseguridad es una parte intrínseca a la vida, y está bien que sea así, porque transforma la vida en libertad, la convierte en una sorpresa constante. Nunca se sabe lo que va a suceder. Te mantiene permanentemente maravillado. No lo llames incertidumbre, llámalo prodigio. No lo llames inseguridad, llámalo libertad.


No puedes ser sincero si no eres valiente.
No puedes ser amoroso si no eres valiente.
No puedes confiar si no eres valiente.
No puedes investigar la realidad si no eres valiente.
Por tanto, la valentía va primero,
y todo lo demás va después.

domingo, 25 de abril de 2010

17 segundos



Alinea tu energía tan frecuentemente como puedas, si por lo menos dos o tres veces al día te detienes a pensar y buscar 68 segundos de pensamiento puro acerca de cualquier cosa, entonces habrás hecho suficiente para que tu día sea productivo.

¿Porqué 17 segundos?
Abraham dice que un pensamiento alcanza el combustible suficiente en un lapso de 17 segundos en los cuales centras tu atención (17 segundos de concentración pura).
Ese pensamiento traerá consigo a otro que exponencialmente será mas poderoso y al final de otros 17 segundos o sea 34 segundos en total y por efectos de la ley de la atracción el pensamiento evoluciona a un nivel de energía mas poderoso.
Después si agregas otros 17 segundos, que harían un total de 51, continuaría el proceso y si finalmente puedes continuar el proceso hasta llegar a un total de 68 segundos en cualquier aspecto de tu vida que desees, entonces habrás hecho un gran trabajo, y ese deseo está en camino a su realización
La clave es enfoque positivo, puro, energía positiva y pura sin resistencia en lo absoluto y sin permitir que durante este lapso de 68 segundos cruce por tu mente un pensamiento de carencia ni negatividad de ningún tipo.
Abraham dice que la persona promedio rara vez finaliza una afirmación (o la formulación de un deseo) sin ofrecer energía contradictoria (pensamiento contrario a lo que se desea o pensamiento de duda) por ejemplo: Quiero un carro nuevo, pero son muy caros, además no creo tener el dinero suficiente etc.
Así que la mayoría de nosotros nunca hemos experimentado este proceso de 68 segundos puros de energía no contradictoria.
17+17+17+17=68 segundos Abraham nos da la siguiente información al respecto:
17 segundos equivalen a 2,000 horas-hombre (casi un año de 40 horas de trabajo a la semana )
34 segundos equivalen a 20,000 horas-hombre (o casi diez años de trabajo)
51 segundos equivalen a 200,000 horas-hombre (o 100 años de trabajo!)
68 segundos equivalen a 2,000,000 dos millones de horas-hombre u horas-mujer (o casi 1000 años de trabajo)
Si aprendiéramos a utilizar este proceso de pensamiento puro no contradictorio durante tan solo 68 segundos, entonces las horas de trabajo o la acción se volverían irrelevantes.
Aquí hay una historia de una persona que utilizó esta técnica de los 68 segundos.
Tuve una demostración de como crear/manifestar cuando iba de vacaciones a Nuevo México, hace algún tiempo, iba conduciendo desde el tramo de Sandia y me di cuenta de que había una cosa que me faltaba por hacer en Albuquerque y era ver un correcaminos.
Nunca en mi vida había visto a uno y aunque ya me había divertido lo suficiente durante toda esa semana, observando toda clase de pájaros animales que nunca antes había visto, águilas búhos etcétera., pero lo que aún no había podido observar era un correcaminos.
Así que iba manejando por la carretera con mi amiga Kate hablamos durante 68 segundos acerca de lo maravilloso de los correcaminos, lo gracioso que son, lo mucho que nos gustaría poder encontrarnos con uno de ellos y lo bien que nos habíamos pasado esos días en Nuevo México.
Después de esto, viramos en una curva, desde donde se podía observar una pequeña cerca y adivinen que..... un correcaminos. Kate dio vuelta en U y pasamos unos diez minutos, apreciando esta maravillosa experiencia , el o ella, se quedó limpiándose en la cerca por un rato e inclusive tuvimos oportunidad de tomarle unas fotografías de frente y de perfil, entonces brincó y corrió para alcanzar a una lagartija que se le atravesó, después regresó a la cerca y aleteó un poco en un movimiento que parecía como de apareamiento y desapareció.

Toda la experiencia fue muy satisfactoria, 68 segundos de diversión y pensamiento puro.
Obviamente si mi madre hubiera ido conmigo, nunca hubiéramos visto al animal, ya que tal vez me hubiera dicho que no hay suficientes correcaminos! o que las posibilidades de encontrar uno eran casi nulas.
¿Como lograr 17 segundos de pensamiento puro?
Lograr 17 segundos de concentración en un pensamiento puro es mas difícil para mi que hacerlo por escrito o dicho, encontré un método que me ayuda a mantenerme concentrada y ese es escribiendo.
Si voy a hacerlo por escrito, normalmente lo hago en forma de carta, dirigida a algún amigo, y en sentido figurado, o sea suponiendo que esto que estoy deseando ya hubiera sucedido en la realidad.
Entonces describo mis sentimientos con todo detalle y me sumerjo tanto en la descripción que me parece como si de verdad lo estuviera viviendo.
Otra forma de hacerlo es reunir un grupo de gente y hablar entre nosotros sobre algo que deseamos a futuro, por ejemplo yo quiero tener una boda hermosa, así que en la semana que me tocó hacer este ejercicio con mis amigos; todos hicimos juntos este ejercicio de imaginarnos esta gran boda y platicamos de lo mucho que nos gustó la recepción, la música el pastel, la decoración, etcétera., nuestro ejercicio de los 68 segundos por lo regular dura de 5 a 20 minutos
Recomiendo comenzar a hacer este ejercicio, con cosas que no sean tan importantes para ti, así con el tiempo ganarás la suficiente destreza de concentración (y bajarás tu nivel de duda).
68 segundos son lo equivalente a 2 millones de horas-hombre, ¿crees esto? si no lo crees, entonces te estás perdiendo la oportunidad de utilizar toda esta sabiduría en tu beneficio.

sábado, 24 de abril de 2010

luz



Al sol se le llama «la lámpara del universo», porque ilumina el mundo y gracias a su luz podemos ver. Cuando el sol no nos ilumina, necesitamos otras fuentes de luz: bombillas eléctricas, velas, linternas, faros…
Los objetos son pues sólo visibles si una luz les alcanza y les ilumina; ésta es una ley del mundo físico y también es una ley del mundo espiritual. Pero en el mundo espiritual, no existe ninguna luz que podamos encender como encendemos la luz de nuestra escalera o de nuestra habitación; y si queremos ver, nosotros somos quienes debemos proyectar una luz desde nosotros mismos. He aquí porqué tan pocos seres son capaces de ver en el plano espiritual: porque esperan que los objetos sean iluminados, cuando son ellos mismos quienes deben proyectar los rayos que les permitirán ver."

viernes, 23 de abril de 2010

haz lo que quieras hacer



Haz lo que quieras hacer…
Hazlo porque te gusta.
Hazlo porque te sientes feliz haciéndolo.
Hazlo porque lo amas.

Los padres intentan forzar en ti alguna utilidad. Les preocupa que te conviertas en un vagabundo, que vayas a ser un trotamundos. Les preocupa que puedas llegar a ser inservible. Les preocupa que acabes sin demostrar que sirves para algo en este mundo. ¿Quién te apreciaría entonces?
Sus egos están preocupados porque están planeando dar cierta satisfacción a sus egos insatisfechos. Sus padres hicieron lo mismo con ellos; ahora ellos lo hacen por ti. Y tú harás lo mismo con tus hijos.
Los muertos te acechan. Puede que tu padre esté muerto, pero no deja de acecharte. Siempre que te relajas, escuchas la voz de tu padre: “Pero, ¿qué haces? ¡Estás haciendo el vago! ¡Haz algo!”, y saltas de tu pereza y corres para hacer algo porque te estás volviendo inservible.

Como todo el mundo ha sido condicionado para ser de cierta utilidad, surge la pregunta: “¿Para qué?”. Y si no puedes hallar la respuesta, te sientes muy confundido y perplejo. Suelta todas esas pamplinas. Te basta ser como eres.
No estoy diciendo que seas un vago. No estoy diciendo que seas un parásito. Estoy diciendo que vivas tu vida como un valor intrínseco. Haz lo que quieras hacer, pero no para demostrar que eres útil. Hazlo porque te gusta. Hazlo porque te sientes feliz haciéndolo. Hazlo porque lo amas. Y de repente todo cambia de color y se torna luminoso.
Mis propios padres querían que yo fuese científico: sí, un científico puro, médico o ingeniero, por lo menos. Les traicioné. Ahora lo han olvidado por completo y son felices. Son gente muy buena y sencilla. Pero en aquella época les traicioné, se sintieron muy heridos. Esperaban mucho de mí.
Todos los padres esperan, y a través de su esperanza destruyen a sus hijos.
Has de liberarte de tus padres, igual que un bebé ha de salir del vientre de su madre un día u otro. Ha de dejar a la madre, por doloroso que sea, y por muy vacía que pueda sentirse ésta, pero el niño ha de salir.
Luego, más adelante en la vida, el hijo ha de liberarse de las expectativas de los padres. Sólo entonces, por primera vez, se convierte en un ser por derecho propio, en sí mismo. Entonces se sostiene sobre sus pies. Entonces se libera de verdad.
Y si los padres ponen atención, si se tornan más comprensivos, ayudarán a los hijos a ser todo lo libres que les sea posible y todo lo pronto que resulte factible. No condicionarán a los hijos para que sean útiles; ayudarán a sus hijos a ser amantes.
Hay todo un mundo que espera a nacer, donde la gente trabajará… El carpintero trabajará porque ama la madera. El profesor enseñará en el colegio porque le encanta enseñar. El zapatero hará zapatos porque le gustará hacer zapatos.
Ahora mismo está sucediendo algo muy confuso. El zapatero se ha convertido en cirujano; el cirujano se ha convertido en zapatero. Ambos están furiosos. El carpintero se ha convertido en político; el político se ha convertido en carpintero. Ambos están furiosos.
Toda la vida parece muy furiosa. Fíjate en la gente, todo el mundo parece cabreado. Todo el mundo parece estar en un sitio en el que no debería estar. Todo el mundo parece ser un inadaptado. Todo el mundo parece estar insatisfecho a causa de este concepto de utilidad, que es obsesivo…
Los padres siempre esperan, y su esperanza se torna venenosa. Permíteme decirte que ames a tus hijos, pero que nunca tengas esperanzas de obtener algo a través de ellos.
Ama a tus hijos todo lo que puedas y haz que sientan que se les quiere por sí mismos, y no por la utilidad que pudieran tener. Ama muchísimo a tus hijos y hazles sentir que se les acepta tal cual son: no han de satisfacer demanda alguna. El que hagan esto o lo otro no implicará ninguna diferencia en cuanto al amor que se les da. El amor es incondicional.
Así es como puede crearse un mundo totalmente nuevo. Entonces la gente pasaría a hacer de manera natural aquello que le gusta. La gente iría de manera natural en la dirección en que se sintiesen fluir…
A menos que estés satisfecho, a menos que hayas encontrado algo que no sólo sea una profesión sino algo parecido a una vocación, nunca podrás sentirte feliz respecto a tus padres, porque ellos son los que te han traído a este mundo miserable. No puedes sentirte agradecido; no hay nada que agradecer. Pero una vez que te sientes satisfecho, entonces te sentirás tremendamente agradecido.
Y esa satisfacción es sólo posible si no te conviertes en una cosa. Tu destino es convertirte en una persona. Tu destino es convertirte en un valor intrínseco. Tu destino es llegar a ser un fin en ti mismo.

jueves, 22 de abril de 2010

la gran invocación




Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.

Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.

miércoles, 21 de abril de 2010

el ángel del crepúsculo



Ven a mi luz vespertina y escucha mi canto celestial.
Observa mis alas, se pliegan suavemente para envolverte con amor,para cobijar tu sueño.
Ven… acércate a mí, entra en mi resplandor de luces divinas centellantes fulgores.
Ven… siéntate en mi regazo apóyate en mi pecho y cierra los ojos.
Ahora aspira… aspira suavemente profundamente, y absorbe mi esencia, preludio de momentos sublimes y llenos de amor. Es un don para ti, para preparar tu día. Los ángeles del ocaso pintan el cielo dorado con matices encendidos en violeta para proteger tus anhelos y para construir tus sueños.
Ahora, sigue entre mis brazos apoyado en mi hombro.
Todo el día vibrará en amor para ti.

martes, 20 de abril de 2010

en este vasto mundo



En este vasto mundo cada uno
tiene una tarea que cumplir.
El resto no tiene importancia,
mientras uno no lo olvide.

Pero si alguien se acuerda de todo
menos de esto,
es como no saber nada de nada.

lunes, 19 de abril de 2010

cuando nacimos, estábamos perfectamente programados




Cuando nacimos, estábamos perfectamente programados. Teníamos una tendencia natural a concentrarnos en el amor. Nuestra imaginación era creativa y floreciente, y sabíamos usarla. Estábamos conectados con un mundo mucho más rico que el mundo con que ahora nos conectamos, un mundo lleno de hechizo y del sentimiento de lo milagroso.
¿Qué nos pasó, entonces? ¿Por qué, cuando llegamos a cierta edad y miramos a nuestro alrededor, el hechizo había desaparecido?
Porque nos enseñaron a concentrarnos en otras cosas. Nos enseñaron a pensar de forma antinatural. Nos enseñaron una pésima filosofía, una manera de mirar el mundo que está en contradicción con lo que somos.
Nos enseñaron a pensar en la competición, la lucha, la enfermedad, los recursos finitos, la limitación, la maldad, la culpa, la muerte, la escasez y la pérdida. Y como empezamos a pensar en estas cosas, empezamos a conocerlas. Nos enseñaron que sacar buenas notas, ser buenos, tener dinero y hacerlo todo como es debido son cosas más importantes que el amor. Nos enseñaron que estamos separados de los demás, que tenemos que competir para salir adelante, que tal como somos no valemos lo suficiente. Nos enseñaron a ver el mundo tal como lo veían «ellos». Es como si inmediatamente después de haber llegado aquí nos hubieran dado una píldora para dormir. El pensamiento del mundo, que no se basa en el amor, empezó a retumbarnos en los oídos en el mismo momento en que desembarcamos en esta costa.
El amor es aquello con lo que nacimos. El miedo es lo que hemos aprendido aquí. El viaje espiritual es la renuncia al miedo y la nueva aceptación del amor en nuestro corazón. El amor es el hecho existencial esencial. Es nuestra realidad última y nuestro propósito sobre la tierra. Tener plena conciencia de él, tener la vivencia del amor en nosotros y en los demás, es el sentido de la vida.
El sentido, el significado, no está en las cosas. Está en nosotros. Cuando asignamos valor a cosas que no son amor -al dinero, al coche, a la casa, al prestigio- damos amor a algo que no nos lo puede devolver, buscamos significado en lo que no lo tiene. El dinero, en sí mismo, no significa nada. Las cosas materiales, en sí mismas, no significan nada. No es que sean malas: es que no son nada.
Hemos venido aquí para crear junto con Dios, extendiendo el amor. Una vida que se pasa pendiente de cualquier otro propósito no tiene sentido, es contraria a nuestra naturaleza, y finalmente nos hace sufrir. Es como si hubiéramos estado perdidos en un oscuro universo paralelo donde se ama más a las cosas que a las personas. Sobrevaloramos lo que percibimos con nuestros sentidos físicos, y subvaloramos lo que, en nuestro corazón, sabemos que es verdad.
Al amor no se lo ve con los ojos ni se lo oye con los oídos. Los sentidos físicos no pueden percibirlo; se lo percibe mediante otra clase de visión. Los metafísicos la llaman el Tercer Ojo, los cristianos esotéricos dicen que es la visión del Espíritu Santo, y para otros es el Yo Superior. Independientemente del nombre que se le dé, el amor exige una «visión» diferente de aquella a la que estamos acostumbrados, una forma diferente de conocer, de pensar. El amor es el conocimiento intuitivo de nuestro corazón. Es un «mundo trascendente» que secretamente anhelamos todos. Un antiguo recuerdo de este amor nos persigue continuamente, pidiéndonos por señas que regresemos.
El amor no es material. Es energía. Es el sentimiento que hay en una habitación, en una situación, en una persona. El dinero no puede comprarlo. El contacto sexual no lo garantiza. No tiene absolutamente nada que ver con el mundo físico, pero a pesar de ello, puede expresarse. La experiencia que de él tenemos es la de la bondad, la entrega, el perdón, la compasión, la paz, el júbilo, la aceptación, la negativa a juzgar, la unión y la intimidad.
El miedo es la falta de amor que todos compartimos, nuestros infiernos individuales y colectivos. Es un mundo que sentimos que nos presiona desde adentro y desde afuera, dando constantemente falso testimonio de la insensatez del amor. El miedo se expresa bajo diferentes formas: cólera, malos tratos, enfermedad, dolor, codicia, adicción, egoísmo, obsesión, corrupción, violencia y guerra.
El amor está dentro de nosotros. Es indestructible; sólo se lo puede ocultar. El mundo que conocíamos de niños sigue aún sepultado en nuestra mente. Una vez leí un libro delicioso, “The Mists of Avalon”. Las nieblas de Avalon son una alusión mítica a las leyendas del rey Arturo. Avalon es una isla mágica que permanece oculta tras unas tupidas e impenetrables nieblas. A menos que se desvanezcan, no hay manera de que un barco se abra paso hasta la isla, y sólo se desvanecen cuando uno cree que la isla está allí.
Avalon simboliza un mundo que está más allá del mundo que percibimos con los sentidos físicos. Representa un sentimiento milagroso de las cosas, el ámbito encantado que conocíamos de niños. Nuestro yo infantil es el nivel más profundo de nuestro ser. Es aquel o aquella que realmente somos, y lo que es real no desaparece. La verdad no deja de serlo simplemente porque no estemos mirándola. El amor sólo puede quedar oculto tras las nubes o las nieblas mentales.
Avalon es el mundo que conocíamos cuando todavía estábamos conectados con nuestra ternura, nuestra inocencia, nuestro espíritu. En realidad es el mismo mundo que vemos ahora, pero configurado por el amor, interpretado con ternura, fe y esperanza, y con un sentimiento de admiración y de asombro. Es fácil de recuperar, porque la percepción es una opción. Las nieblas se desvanecen cuando creemos que detrás de ellas está Avalon.
Y en eso consiste un milagro: en la desaparición de las nieblas, en un cambio de la percepción, en un retorno al amor.

domingo, 18 de abril de 2010

el guerrero emprende el viaje



Has estado demasiado tiempo en este lugar.
El aire está enrarecido. Estás estancado, no fluyes.
Tu entorno ya no te aporta nada nuevo. Debes, pues, marcharte en busca de nuevos amaneceres. Deja lo superfluo, lleva contigo sólo lo esencial. Tu corazón, tu espíritu y tu cuerpo son suficientes.
Ordena las cosas antes de irte. Cierra los círculos. No dejes cabos sueltos. Que tu partida sea natural, como el migrar de las grullas en invierno. No escapes. Simplemente abandona este lugar, esta situación. Vete. De seguro encontrarás nuevos compañeros de viaje.
Tal vez algún día regreses.

sábado, 17 de abril de 2010

¿Necesitas más conocimiento?



¿Necesitas más conocimiento? ¿Crees que más información, o computadores más rápidos, o más análisis científicos e intelectuales van a salvar al mundo? ¿No es sabiduría lo que más necesita la humanidad en estos momentos?

Pero ¿qué es la sabiduría? ¿Dónde se encuentra?
La sabiduría viene cuando uno es capaz de aquietarse.
Sólo mira, sólo escucha. No hace falta nada más.
Aquietarse, mirar y escuchar activa la inteligencia no conceptual que anida dentro de tí.
Deja que la quietud dirija tus palabras y tus acciones.

viernes, 16 de abril de 2010

el miedo


No se juega con el miedo porque el miedo puede ser un arma de defensa propia, una forma inocente o culpable de coraje. El miedo nos abre los ojos y nos cierra los puños y nos mete en el riesgo desaprensivamente. Andamos por el mundo con el miedo a cuestas como si fuera un pudor obligatorio o en su defecto una variante del fracaso. Tal vez sea el mandamiento o quizás el mandamiedos de alguna desconocida ley, de un dios cualquiera. Por las dudas, una buena fórmula contra el miedo puede ser la que dejó escrita el bueno de Pessoa: «Espera lo mejor y prepárate para lo peor».

jueves, 15 de abril de 2010

como puedo saber si lo hago bien




Cuando Tetsuya terminó de hablar, estaban ya a la puerta de la carpintería.
-Gracias por la compañía –le dijo al chico.
Pero éste no se movió.
-¿Cómo puedo saber si lo hago bien?
¿Cómo estar seguro de que tengo la mirada concentrada, la postura elegante, el arco sujeto de manera correcta?
-Mentaliza la idea de un maestro perfecto que está siempre a tu lado, y haz todo lo posible por reverenciarlo y honrar sus enseñanzas. Ese maestro, a quien muchos llaman Dios, otros llaman “algo”, y otros llaman talento, siempre nos mira. Él no merece sino lo mejor.
“Acuérdate también de tus aliados: debes apoyarlos, pues ellos te ayudarán cuando lo necesites. Procura desarrollar el don de la bondad: este don te permite estar siempre en paz con tu corazón. Pero sobre todo, no olvides esto: lo que te he dicho tal vez sean palabras inspiradas, pero sólo tendrán sentido si las experimentas.”
Tetsuya extendió la mano para despedirse, pero el chico lo retuvo:
-Sólo una cosa más: ¿cómo aprendiste a disparar?
Tetsuya reflexionó un poco: ¿valía la pena contarlo? Pero como aquél había sido un día
especial, terminó abriendo la puerta de su oficina.
-Voy a hacer té. Y voy a contarte la historia.
Pero tendrás que prometerme lo mismo que le pedí al extranjero: jamás hables con nadie sobre mi habilidad.
Entró, encendió la luz, volvió a envolver su arco con la larga cinta de cuero y lo puso en un lugar discreto: si por casualidad alguien lo encontrase, pensaría que era un pedazo retorcido de bambú. Fue a la cocina, preparó el té, se sentó con el chico y comenzó su historia.
-Hace un tiempo trabajaba para un gran señor que vivía no lejos de aquí. Era el encargado de cuidar sus establos. Pero como el señor siempre estaba de viaje, yo tenía mucho tiempo libre y decidí dedicarme a lo que consideraba la verdadera razón de vivir: la bebida y las mujeres.
“Un buen día, después de varias noches en blanco, sentí un vértigo y caí en mitad del campo. Pensé que iba a morir y me rendí. Pero un hombre a quien jamás había visto pasó por el camino, se apiadó de mí, me llevó a su casa –en un lugar muy lejos de aquí- y cuidó de mí durante varios meses. Mientras reposaba, lo veía ir todas las mañanas al campo con su arco y sus flechas.”
“Cuando me hube recuperado, le pedí que me enseñase el arte del arco; era mucho más interesante que cuidar caballos. Pero él me respondió que me había acercado mucho a la muerte, y ahora no podía alejarla: había causado demasiado daño a mi cuerpo físico y ahora la muerte estaba a dos pasos de mí.”
“ Si yo quería aprender, era sólo para que la muerte no me tocase. Un hombre de un país lejano, al otro lado del océano, le había enseñado que era posible desviarse por un tiempo del camino que lleva al precipicio de la muerte. Pero en mi caso, debía ser consciente por el resto de mis días de que estaba caminando al borde de ese abismo y en cualquier momento podía caer en él.”
“Me enseñó entonces el camino del arco. Me presentó a sus aliados, me obligó a participar en competiciones, y enseguida mi fama se extendió por todo el país. Cuando vio que ya había aprendido lo suficiente, me quitó las flechas y el blanco, y sólo me dejó el arco como recuerdo. Me dijo que empleara todas sus enseñanzas en algo que realmente me llenase de entusiasmo.”
“Le dije que lo que más me gustaba era la carpintería. Él me bendijo y me pidió que partiese y me dedicase a lo que me gustaba hacer, antes de que mi fama como arquero terminase por destruirme o me llevase de vuelta a mi vida anterior.”
“ Desde entonces, trabo a cada segundo una lucha contra mis vicios y mi autocompasión.
Tengo que estar concentrado, mantener la calma, hacer con amor el trabajo que escogí, y jamás tener apego al momento presente. Porque la muerte sigue todavía muy cerca de mí, el abismo está a mi lado y yo camino por el borde.”
Tetsuya no añadió que la muerte está siempre cerca de todos los seres vivos: el chico era todavía muy joven y no tenía por qué pensar en eso. Tetsuya tampoco le dijo que cada etapa del camino del arco estaba presente en cualquier actividad humana.
En cuanto hubo bendecido al chico, de la misma manera que él mismo había sido bendecido muchos años atrás, le pidió al chico que se fuera, porque había sido un día muy largo y tenía que dormir.






Agradecimientos

A Harrigel , por el libro “El Zen en el arte del tiro con arco”(Ed. Pensamento)
A Pamela Hartigan, directora general de la Schwab Foundation for Social Entrepreneurship, por describir las cualidades de los aliados.
A Dan y Jackie DeProspero, por el libro en colaboración con Hideharu Onuma, “Kyudo”(Budo Editions, France)
A Carlos Castaneda, por la descripción del encuentro entre la muerte y el nagual Elías.


miércoles, 14 de abril de 2010

el arquero sin arco, sin flecha, sin blanco



El arquero aprende cuando olvida las reglas del camino del arco y pasa a actuar basándose sólo en su instinto. Pero para olvidar las reglas antes hay que conocerlas y respetarlas.
Cuando alcanza este estado, ya no necesita de los instrumentos que lo ayudaron a aprender.
Ya no necesita del arco, ni de las flechas, ni del blanco, porque el camino es más importante que aquello que lo llevó a caminar.
De la misma forma, llega el momento en que el alumno que está aprendiendo a leer se libera de las letras aisladas y pasa a crear palabras con ellas.
Sin embargo, si las palabras estuviesen todas unidas, no tendrían sentido o dificultarían mucho su comprensión: es necesario que existan espacios entre las palabras.
Es necesario que, entre una acción y la siguiente, el arquero recuerde todo lo que hizo, converse con sus aliados, descanse y se sienta alegre por el hecho de estar vivo.
El camino del arco es el camino de la alegría y del entusiasmo, de la perfección y del error, de la técnica y del instinto.
Pero sólo lo aprenderás a medida que vayas tirando tus flechas.

martes, 13 de abril de 2010

como observar el vuelo de la flecha



Una vez que la flecha ha sido disparada, no queda nada que el arquero pueda hacer, si no es acompañar su recorrido en dirección al blanco.
A partir de este momento, la tensión necesaria para el tiro ya no tiene razón de existir.
Por lo tanto, el arquero mantiene los ojos fijos en el vuelo de la flecha, pero su corazón reposa, y él sonríe.
La mano que soltó la cuerda es empujada hacia atrás, la mano del arco hace un movimiento de expansión, el arquero es forzado a abrir los brazos y enfrentarse, a pecho descubierto, a las miradas de sus aliados y de sus adversarios.
En este momento, si entrenó lo suficiente, si consiguió desarrollar su instinto, si mantuvo la elegancia y la concentración durante todo el proceso del tiro, sentirá la presencia del universo y verá que su acción ha sido justa y merecida.
La técnica hace que las dos manos estén listas, que la respiración sea precisa, que los ojos se puedan fijar en el blanco. El instinto hace que el momento del tiro sea perfecto.
Quien pase cerca y vea al arquero de brazos abiertos, con los ojos acompañando a la flecha, pensará que no está haciendo nada. Pero los aliados saben que la mente de quien realizó el tiro ha cambiado de dimensión, está ahora en contacto con todo el universo: continúa trabajando, aprendiendo todo aquello que el tiro ha traído de positivo, corrigiendo eventuales errores, aceptando sus cualidades, esperando a ver cómo reacciona el blanco al ser alcanzado.
Cuando el arquero tensa la cuerda, puede ver el mundo entero dentro de su arco.
Cuando acompaña el vuelo de la flecha, este mundo se le hace más próximo, lo acaricia, y hace que tenga la sensación perfecta del deber cumplido.
Cada flecha vuela de manera diferente. Tira mil flechas: cada una te mostrará un recorrido distinto. Ése es el camino del arco.

lunes, 12 de abril de 2010

la repetición



El gesto es la encarnación del verbo. En otras palabras, una acción es un pensamiento que se manifiesta.
Un pequeño gesto nos denuncia, de modo que tenemos que perfeccionar todo, pensar en los detalles, aprender la técnica de tal manera que se vuelva intuitiva. La intuición no tiene nada que ver con la rutina, sino con un estado espiritual más allá de la técnica.
Así, después de mucho practicar, ya no pensamos en todos los movimientos necesarios.
Éstos pasan a formar parte de nuestra propia existencia. Pero para eso hay que entrenar y repetir.
Y, si no fuera suficiente, entrenar y repetir.
Observa a un buen herrero trabajando el acero. Para el ojo inexperto, no hace sino repetir los mismos martillazos.
Pero quien conoce el camino del arco, sabe que cada vez que levanta el martillo y lo hace descender, la intensidad del golpe es diferente.
La mano repite el mismo gesto, pero conforme se acerca al hierro, sabe que debe tocarlo con más dureza o con más suavidad.
Así es con la repetición: aunque parezca igual, siempre es distinta.
Observa el molino. Para quien ve sus aspas sólo una vez, parece girar siempre con la misma velocidad, repitiendo el mismo movimiento.
Pero quien conoce los molinos sabe que están condicionados por el viento, y cambian de dirección siempre que hace falta.
La mano del herrero se entrenó repitiendo miles de veces el gesto de martillear. Las aspas del molino son capaces de moverse con velocidad después de que el viento haya soplado mucho y haya hecho que se limpien sus engranajes.
El arquero permite que muchas flechas pasen lejos de su objetivo, porque sabe que sólo aprenderá la importancia del arco, de la postura, de la cuerda y del blanco después de repetir sus gestos miles de veces, sin miedo a errar.
Los verdaderos aliados jamás lo criticarán, porque saben que el entrenamiento es necesario y es la única manera de perfeccionar su instinto y su tiro.
Hasta que por fin llega el momento en que ya no hace falta pensar en lo que se está haciendo. A partir de ahí, el arquero pasa a ser su arco, su flecha y su blanco.

domingo, 11 de abril de 2010

el momento de disparar



Existen dos tipos de tiro.
El primero es aquél que se da con precisión, pero sin alma. En este caso, aunque el arquero tenga un gran dominio de la técnica, se concentra exclusivamente en el blanco, y por eso no ha evolucionado, se ha vuelto repetitivo, no ha conseguido crecer, y un día dejará el camino del arco, pues siente que se ha convertido en una rutina.
El segundo tiro es el que se da con el alma.
Cuando la intención del arquero se transforma en el vuelo de la flecha, su mano se abre en el momento justo, el sonido de la cuerda hace que los pájaros canten, y el gesto dedisparar a algo en la distancia provoca, paradójicamente, un retorno y un encuentro con uno mismo.
Tú sabes el esfuerzo que costó abrir el arco, respirar hondo, concentrarte en tu objetivo, tener clara tu intención, mantener la elegancia de la postura, respetar el blanco.
Pero también debes comprender que nada en este mundo permanece con nosotros por mucho tiempo: en algún momento tu mano tendrá que abrirse y dejar que tu intención siga su destino.
Por lo tanto, la flecha tiene que partir, por más amor que sientas por cada paso que te llevó a la postura elegante y a la posición correcta, y por más que admires sus plumas, su punta, su forma.
Pero no podrá partir antes de que el arquero esté listo para el disparo, pues su vuelo sería muy corto. No puede partir después de que haya alcanzado la postura y concentración exactas, porque el cuerpo no resistiría el esfuerzo y la mano comenzaría a temblar.
Tiene que partir en el momento en que el arco, el arquero y el blanco se encuentran en el mismo punto del universo: eso se llama inspiración.

sábado, 10 de abril de 2010

como mirar el blanco



Muchos arqueros se quejan de que, a pesar de haber practicado el arte del tiro durante años, aún sienten que el corazón se les dispara de ansiedad, que les tiembla la mano, que les falla la puntería.
Tienen que entender que aunque un arco o una flecha no pueden cambiar nada, el arte del tiro hace que nuestros errores sean más evidentes.
El día que no sientas amor por la vida, tu tiro será confuso, complicado.
Verás que estás sin fuerza suficiente para estirar al máximo la cuerda y que no consigues hacer que el arco se curve como debe.
Esa mañana, cuando veas que tu tiro es confuso, intenta descubrir qué provocó tal imprecisión. Ello hará que tengas que enfrentarte a un problema que te incomoda, pero que hasta entonces estaba oculto.
También sucede lo contrario: tu tiro es seguro, la cuerda suena como un instrumento musical, los pájaros cantan alrededor. Entonces te darás cuenta de que estás dando lo mejor de ti mismo.
Mientras tanto, no te dejes llevar por los tiros de la mañana, sean éstos precisos o inseguros. Te quedan aún muchos días por delante, y cada flecha es una vida en sí misma.
Aprovecha los malos momentos para descubrir qué te hace temblar.
Aprovecha los buenos momentos para encontrar el camino que ha de llevarte a la paz interior.
Pero que ni temor ni alegría te detengan: el camino del arco es un camino sin fin.

viernes, 9 de abril de 2010

como tensar la cuerda



El arco es un instrumento de música y es en la cuerda donde se manifiesta su sonido.
La cuerda es grande, pero la flecha la toca sólo en un pequeño punto, y es en este punto donde debe concentrarse toda la sabiduría y experiencia del arquero.
Si este punto se inclina un poco a la derecha, o un poco a la izquierda, si está por encima o por debajo de la línea de tiro, nunca se alcanzará el objetivo.
Por lo tanto, al tensar la cuerda, sé como el músico que toca su instrumento.
En la música, el tiempo es más importante que el espacio: un conjunto de notas colocadas en línea no quiere decir nada, pero quien lee lo que allí está escrito es capaz de transformar esta línea en sonidos y compases.
Así como el arquero justifica la existencia del blanco, la flecha justifica la existencia del arco: puedes lanzar una flecha con la mano, pero un arco sin flecha no tiene ninguna utilidad. Por lo tanto, cuando abras los brazos, no pienses que estás estirando el arco. Piensa que la flecha es el centro, inmóvil, y tú estás haciendo que arco y cuerda se le aproximen por los extremos hasta tocarla con cuidado y pedirle que cooperen contigo.

jueves, 8 de abril de 2010

como sujetar el arco


Ten calma y respira profundamente.
Todos tus movimientos son percibidos por tus aliados, que te ayudarán en lo que sea necesario.
Pero no olvides que también el adversario está observando, y conoce la diferencia entre la mano firme y la mano trémula: por lo tanto, si estás tenso, respira hondo, pues eso te ayudará a concentrarte en todas las etapas del tiro.
En el momento en que sujetas el arco y lo colocas, con elegancia, delante del cuerpo, repasa mentalmente cada etapa que te llevó a preparar el tiro.
Pero hazlo sin tensión, pues es imposible tener todas las reglas en la cabeza. Y con el espíritu tranquilo, a medida que repases cada etapa, te darás cuenta de cuáles fueron los momentos más difíciles, y de cómo los superaste.
Eso te dará confianza, y tu mano dejará de temblar.

miércoles, 7 de abril de 2010

como sujetar la flecha





Sujetar la flecha es estar en contacto con su intención.
Hay que mirarla en toda su longitud, ver si las plumas que guían su vuelo están bien colocadas, verificar la punta y cerciorarse de que está afilada, y comprobar que está recta y no quedó curvada o dañada en un tiro anterior.
La flecha, con su simplicidad y liviandad, puede parecer frágil, pero la fuerza del arquero consigue que pueda llevar consigo la energía de su cuerpo y de su mente.
Cuenta la leyenda que una simple flecha fue capaz de hundir un navío: el hombre que la disparó sabía dónde se hallaba la parte más delgada de la madera, con lo que abrió un agujero que permitió que entrara el agua en la bodega sin hacer ruido y acabó así con la amenaza de invasión que pendía sobre su aldea.
La flecha es la intención que deja la mano del arquero y parte en dirección al blanco. Por lo tanto, es libre en su vuelo, y seguirá el camino que le fue destinado en el momento del tiro.
Será tocada por el viento y por la gravedad, pero eso es parte de su recorrido: una hoja no deja de ser hoja porque una tormenta la arranque del árbol.
Así es la intención del hombre: perfecta, recta, afilada, firme, certera. Nadie la puede detener cuando cruza el espacio que la separa de su destino.

martes, 6 de abril de 2010

la postura



Una vez se ha entendido el arco, la flecha y el blanco, hay que tener serenidad y elegancia para aprender la práctica del tiro.
La serenidad viene del corazón. Aunque muchas veces lo atormenta la inseguridad, el corazón sabe que, a través de una postura correcta, conseguirá dar lo mejor de sí.
La elegancia no es algo superficial, sino la manera que encontró el hombre para honrar la vida y el trabajo. Por eso, cuando a veces sientes que la postura te incomoda, no debes pensar que es falsa o artificial: es verdadera porque es difícil.
Hace que el blanco se sienta honrado por la dignidad del arquero.
La elegancia no consiste en la postura más cómoda, sino en la más adecuada para que el tiro sea perfecto.
La elegancia se logra cuando se descarta todo lo superfluo y el arquero descubre la simplicidad y la concentración: cuanto más simple y sobria sea la postura, más bella será.
La nieve es bonita porque tiene un solo color, el mar es bonito porque parece una superficie plana. Pero tanto el mar como la nieve son profundos y conocen sus cualidades.

lunes, 5 de abril de 2010

el blanco



El blanco es el objetivo a alcanzar.
Fue escogido por el arquero, pero está lejos, y no podemos jamás culparlo si no lo alcanzamos. En eso reside la belleza del camino del arco: nunca puedes disculparte diciendo que el adversario era más fuerte.
Tú escogiste tu blanco y eres responsable de él.
El blanco puede ser mayor o menor, estar a la derecha o a la izquierda, pero tú siempre tienes que colocarte frente a él, respetarlo y hacer que se aproxime mentalmente. Sólo cuando se encuentre en la punta de tu flecha debes soltar la cuerda.
Si ves el blanco como enemigo, podrás quizá acertar el tiro, pero no conseguirás mejorarte en nada a ti mismo. Te pasarás la vida intentando colocar una simple flecha en el centro de una cosa de papel o madera, lo que es absolutamente inútil. Y cuando estés en compañía, te quejarás de que no haces nada interesante.
Por eso, debes escoger tu blanco, dar lo mejor de ti para alcanzarlo, y mirarlo siempre con respeto y dignidad: sé consciente de lo que significa, y de cuánto esfuerzo, entrenamiento e intuición has necesitado.
Cuando mires al blanco, no te concentres sólo en él, sino en todo lo que sucede a tu alrededor, porque la flecha, al ser disparada, se encontrará con factores con los que tú no cuentas, como el viento, el peso o la distancia.
Tienes que entender el blanco. Debes preguntarte constantemente: “si yo soy el blanco, ¿dónde estoy? ¿Cómo puedo ser alcanzado de modo que dé al arquero la honra que merece?”
Porque un blanco sólo existe en la medida en que existe el arquero. Lo que justifica su existencia es el deseo del arquero de alcanzarlo.
Sin él, sería una cosa muerta, un pedazo de papel o madera al que nadie prestaría atención.
Así, de la misma manera que la flecha busca el blanco, el blanco también busca la flecha, porque es ella la que da sentido a su existencia: ya no es un pedazo de papel, sino el centro del mundo de un arquero.


domingo, 4 de abril de 2010

la flecha



La flecha es el intento.
Es lo que une la fuerza del arco con el centro del blanco.
El intento tiene que ser cristalino, recto, bien equilibrado. Una vez haya partido no volverá, por lo que, si los movimientos que llevaron hasta el tiro no fueron precisos y correctos, es mejor interrumpirlo que actuar precipitadamente sólo porque el arco ya estaba tenso y el blanco, esperando.
Pero jamás dejes de soltar la flecha si lo único que te detiene es el miedo a errar. Si has hecho los movimientos correctos, abre la mano y suelta la cuerda. Aunque no des en el blanco, sabrás afinar la puntería la próxima vez. Si no te arriesgas, nunca sabrás qué cambios eran necesarios.
Cada flecha deja un recuerdo en tu corazón, y es la suma de estos recuerdos lo que te hará disparar cada vez mejor.

sábado, 3 de abril de 2010

el arco



El arco es la vida: dale toda tu energía.
La flecha partirá un día.
El blanco está lejos.
Pero el arco permanecerá siempre contigo, y hay que saber cuidarlo.
Necesita períodos de inactividad: un arco siempre armado, en estado de tensión, pierde su potencia. Por tanto, déjalo que repose y recupere su firmeza.Así, cuando estires la cuerda, estará contento y con su fuerza intacta.

El arco no tiene conciencia: es un prolongamiento de la mano y el deseo del arquero. Sirve para matar o para meditar. Por ello, sé siempre claro en tus intenciones.
Un arco tiene flexibilidad, pero también tiene un límite. Un esfuerzo más allá de su capacidad lo romperá, o dejará exhausta la mano que lo sostiene. Por lo tanto, procura estar en armonía con tu instrumento y no le exijas más de lo que te puede dar.
Un arco o bien reposa o bien se tensa en la mano del arquero. Pero la mano no es sino el lugar donde se concentran todos los músculos del cuerpo, todas las intenciones del tirador, todo el esfuerzo para el tiro. Por lo tanto, para mantener con elegancia el arco abierto, haz que cada parte dé sólo lo necesario, y no disperses tus energías.
De este modo, podrás disparar muchas flechas sin cansarte.
Para entender tu arco, es preciso que se convierta en parte de tu brazo y sea una extensión de tu pensamiento.

viernes, 2 de abril de 2010

los aliados


El arquero que no comparte con otros la alegría del arco y de la flecha, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos.
Por lo tanto, antes de ponerte a buscar nada, búscate aliados: gente que se interesa por lo que estás haciendo.
No digo: “busca otros arqueros.” Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque el camino del arco no es diferente de cualquier otro camino que se sigue con entusiasmo.
Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a quienes todos miran, ante quienes se deslumbran y de quienes afirman: “no hay nadie mejor.” Muy al contrario: serán aquéllos que no temen errar, y sin embargo yerran. Por ello, su trabajo no siempre es reconocido. Pero es esa clase de persona la que transforma el mundo, la que, tras muchos errores, consigue acertar en algo que marcará un antes y un después en su comunidad.

Son personas que no pueden quedarse esperando los acontecimientos para después tomar la mejor decisión: ellos deciden a medida que actúan, aun sabiendo los riesgos que con ello corren.
Convivir con estas personas es importante para un arquero, porque éste necesita entender que, antes de colocarse frente al blanco, debe ser lo bastante libre para cambiar de dirección a medida que lleva la flecha hacia delante de su pecho.
Cuando abre la mano y suelta la cuerda, debe decirse a sí mismo: “mientras abría el arco, recorrí un largo camino. Ahora suelto esta flecha con la conciencia de que he arriesgado lo suficiente y he dado lo mejor de mí.”
Los mejores aliados son aquéllos que no piensan como los demás. Por eso, cuando busques compañeros para compartir con ellos el entusiasmo del tiro, sigue tu intuición y no te dejes llevar por los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los demás poniendo como modelo sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y temores.
Únete a los que experimentan, arriesgan, caen, se hieren y vuelven a arriesgar. Apártate de quienes afirman verdades, critican a quienes no piensan como ellos, jamás dan un paso sin tener la seguridad de que se les respetará por ello, y prefieren tener certezas a tener dudas.
Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables: ellos entienden que las personas sólo podemos mejorar cuando vemos lo que hace el prójimo, no con el fin de juzgarlo sino para admirarlo por su dedicación y coraje.

Tal vez pienses que el tiro con arco no puede interesar a un panadero o a un agricultor, pero yo te digo: ellos ven, aprenden, y ponen lo que aprenden en aquello que están haciendo.
Tú harás lo mismo: aprenderás como el buen panadero a usar las manos y a saber la mezcla exacta de los ingredientes. Aprenderás como el agricultor a tener paciencia, a trabajar duro, a respetar las estaciones, y a no blasfemar contra las tormentas, pues ello sería una pérdida de tiempo.
Únete a los que son flexibles como la madera de tu arco y entienden las señales del camino. Son personas que no dudan en cambiar de rumbo cuando se topan con un obstáculo insalvable, o cuando vislumbran una oportunidad mejor.
Tales son las cualidades del agua: pasar entre las rocas, adaptarse al curso del río y transformarse a veces en un lago hasta que la depresión está rebosando y puede seguir su curso. Porque el agua no olvida que su destino es el mar, y que tarde o temprano deberá llegar a él.
Únete a los que jamás dijeron: “se acabó, aquí me detengo”. Porque así como al invierno le sigue la primavera, nada termina: después de alcanzar tu objetivo hay que comenzar de nuevo, empleando en todo momento lo que aprendiste en el camino.
Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan la vida, y tienen alegría en los ojos.
Porque la alegría es contagiosa, y siempre consigue evitar que nos dejemos paralizar por la depresión, la soledad y las dificultades.
Únete a los que hacen su trabajo con entusiasmo. Pero para poder serles útil como ellos te son útiles a ti, debes saber cuáles son tus herramientas, y cómo puedes perfeccionar tus habilidades.
Por tanto, ha llegado el momento de conocer tu arco, tu flecha, tu blanco y tu camino.

jueves, 1 de abril de 2010

el camino del arco

-Tetsuya.
El chico miró asustado al extranjero.
-Nadie en esta ciudad ha visto jamás a Tetsuya con un arco en las manos -respondió-.Todos sabemos que trabaja en carpintería.
-Puede que haya desistido, que se haya acobardado; no me importa -insistió el extranjero-. Pero no puede ser considerado el mejor arquero del país si ha abandonado su arte.
Por eso he hecho un viaje de tantos días: para desafiarlo y terminar con una fama que ya no merece.
El chico vio que de nada le serviría seguir discutiendo. Era mejor llevarlo hasta el carpintero para que viera con sus propios ojos que estaba engañado.
Tetsuya estaba trabajando en la oficina situada en los bajos de su casa. Se dio la vuelta para ver quién llegaba, y se le congeló la sonrisa.
Sus ojos se quedaron fijos en la bolsa alargada que llevaba consigo el extranjero.
-Es exactamente lo que está pensando –dijo el recién llegado-. No he venido para humillar ni para provocar al hombre que se convirtió en una leyenda. Tan sólo quiero demostrar que, tras años y años de práctica, he conseguido llegar a la perfección.
Tetsuya respondió que tenía que volver a su trabajo: estaba terminando de colocar las patas de una mesa.

-Un hombre que sirvió de ejemplo a toda una generación, no puede desaparecer como usted desapareció –continuó el extranjero-. He seguido sus enseñanzas, he procurado respetar el camino del arco, y merezco que me vea disparar. Si lo hace, me iré por donde vine y no diré a nadie dónde se encuentra el mayor de todos los maestros.
El extranjero sacó de su bolsa un arco largo, hecho de bambú barnizado, con la empuñadura un poco más abajo del centro.
Hizo una reverencia a Tetsuya, caminó hasta el jardín e hizo otra reverencia hacia un lugar determinado. Acto seguido, disparó una flecha ornamentada con plumas de águila, abrió las piernas para tener una base firme para disparar, con una mano llevó el arco hasta delante de su rostro, y con la otra colocó la flecha. El chico miraba con una mezcla de alegría y miedo.
Tetsuya, a su vez, había interrumpido su trabajo y miraba al extranjero con curiosidad.
El hombre llevó el arco –ya con la flecha sobre la cuerda- hasta el centro de su pecho. Lo levantó por encima de la cabeza y, a medida que bajaba las manos, comenzó a abrirlo.
Cuando llegó con la flecha a la altura de su rostro, el arco ya estaba completamente extendido. Por un momento que pareció durar una eternidad, arquero y arco permanecieron inmóviles. El chico miraba hacia el punto donde apuntaba la flecha, pero no veía nada.
De repente, la mano de la cuerda se abrió, el brazo fue empujado hacia atrás, el arco dibujó un elegante giro con la otra mano, y la flecha se perdió de vista para volver a aparecer a lo lejos.
-Ve y cógela –dijo Tetsuya.
El chico volvió con la flecha. Había atravesado una cereza que estaba en el suelo, a cuarenta metros de distancia.
Tetsuya hizo una reverencia al arquero, fue a un rincón de su carpintería, y cogió una especie de madera fina, de delicadas curvas, envuelta en una larga cinta de cuero. Desenrolló la cinta sin ninguna prisa y descubrió un arco semejante al del extranjero, con la diferencia de que parecía haber tenido bastante más uso.
-No tengo flechas, así que necesitaré una de las tuyas. Haré lo que me pides, pero tendrás que mantener la promesa que has hecho: jamás revelarás el nombre de la aldea donde vivo. “Si alguien preguntara por mí, le dirás que fuiste al fin del mundo en mi busca, hasta que descubriste que me había mordido una cobra y había muerto dos días más tarde.”

El extranjero asintió y le tendió una de sus flechas.
Apoyando en la pared uno de los extremos del largo arco de bambú, y haciendo un esfuerzo considerable, Tetsuya colocó la cuerda. A continuación, sin decir nada, salió en dirección a las montañas.
El extranjero y el chico lo acompañaron.
Caminaron durante una hora hasta llegar a una hendidura entre dos rocas, por donde corría un caudaloso río. El lugar sólo se podía cruzar a través de un puente de cuerda medio podrido y a punto de caerse.
Con toda tranquilidad, Tetsuya se plantó en mitad del puente, que se balanceaba peligrosamente, hizo una reverencia a algún lugar del otro lado, armó el arco tal y como lo había hecho el extranjero, lo levantó, lo llevó hasta su pecho y disparó.
El chico y el extranjero vieron que la flecha había atravesado un melocotón maduro, que se encontraba a veinte metros del lugar.
-Tú alcanzaste una cereza, yo alcancé un melocotón –dijo Tetsuya, mientras volvía a la seguridad del margen del río-. La cereza es menor. “Tú alcanzaste tu objetivo a cuarenta metros, y el mío estaba a la mitad de esa distancia. Estás, por lo tanto, en condiciones de repetir lo que he hecho yo. Ven aquí, ponte en mitad del puente, y haz lo mismo.”

Aterrorizado, el extranjero caminó hasta la mitad del puente medio podrido, sin apartar la vista del despeñadero bajo sus pies. Hizo los mismos gestos rituales y disparó en dirección al melocotonero, pero la flecha pasó a mucha distancia.
Al volver al margen, tenía la cara blanca.
-Tienes habilidad, tienes dignidad, y tienes postura –dijo Tetsuya-. Conoces bien la técnica
y dominas el instrumento, pero no dominas tu mente. Sabes disparar cuando todas las circunstancias te son favorables, pero cuando estás en un terreno peligroso, no das en el blanco. El arquero, sin embargo, no siempre puede escoger su campo de batalla, de modo que vuelve a comenzar tu entrenamiento y prepárate para situaciones desfavorables.
“Continúa en el camino del arco, pues es el recorrido de una vida. Pero aprende que un tiro correcto y certero es muy diferente a un tiro con paz en el alma.”
El extranjero hizo una vez más una larga reverencia, colocó su arco y flechas en la bolsa alargada que cargaba al hombro, y partió.

En el camino de vuelta, el chico estaba exultante.
-¡Lo has humillado, Tetsuya! ¡Cómo se ve que eres el mejor!
-No debemos juzgar a las personas sin antes aprender a oírlas y respetarlas. El extranjero era un hombre bueno: no me humilló, no intentó demostrar que era mejor, aunque diera esa impresión. Quería mostrar su arte y verlo reconocido, pese a que pareciera estar desafiándome. “Además, forma parte del camino del arco enfrentarse de vez en cuando a pruebas inesperadas, y justamente eso fue lo que el extranjero me ha permitido hacer hoy.”
-Él dijo que tú eras el mejor de todos. Yo no sabía que eras un maestro en el tiro con arco.
Si es así, ¿por qué trabajas en una carpintería?
-Porque el camino del arco sirve para todo, y mi sueño era trabajar con madera. Además, un arquero que sigue este camino no necesita ni arco, ni flecha, ni blanco.
-Nunca pasa nada interesante en esta aldea, y de repente me doy cuenta de que estoy delante de un maestro en un arte por el que ya nadie se interesa -dijo el chico, con los ojos encendidos-.
¿Y qué es el camino del arco? ¿Me lo puedes enseñar?
-Enseñar no es difícil. Puedo hacerlo en menos de una hora, en cuanto lleguemos de vuelta a la aldea. Lo difícil es practicar todos los días, hasta conseguir la precisión necesaria.
Los ojos del chico parecían implorar una respuesta afirmativa. Tetsuya caminó en silencio durante casi quince minutos. Cuando volvió a hablar, su voz parecía más joven.
-Hoy estoy contento: he honrado al hombre que, hace muchos años, me salvó la vida. Por ello, te daré todas las reglas necesarias, pero no podré hacer nada más que eso. Si entiendes lo que te estoy diciendo, podrás usar estas enseñanzas para lo que desees. “Hace apenas unos minutos, me llamaste maestro.
¿Qué es un maestro? Yo te respondo: no es aquél que enseña algo, sino quien inspira al alumno a dar lo mejor de sí para descubrir un conocimiento que ya tiene en el alma.”

Y en cuanto hubieron bajado de la montaña, Tetsuya le explicó el camino del arco.