No finjas que la añoranza
no ha vivido en ti,
oscilando, como un péndulo.
Has estado perdido,
y como un delincuente
te robaste tu corazón
dejándolo en la oscuridad.
Pero la vida está cansada, amigo mío,
de seguir
sin ti.
Es como la mano de una madre
que ha perdido a un hijo.
Y si en algo te pareces a mí, has tenido miedo.
Y si en algo nos parecemos,
has conocido tu valentía.
Hay lugar en esta barca:
toma tu asiento.
Toma tu remo, y nosotros,
todos nosotros,
remaremos para llevar nuestros corazones
de vuelta a casa.