domingo, 27 de febrero de 2011

la lección del agua




1. La superficie del agua sometida exclusivamente a la gravedad, es plana y horizontal, lisa y reflectante como un espejo. Está tranquila y en calma. Así el espíritu debe permanecer siempre tranquilo como la superficie de un lago en calma. La actitud tranquila que se debe adoptar frente a las adversidades, para percibir todos sus mensajes y actuar en el momento preciso. Cuando la mente está preocupada por miedo, rencor, cólera, etc. No capta bien los estímulos externos y reacciona anormalmente, por debajo de sus efectivas posibilidades.

2. El agua discurre siempre desde el punto más alto al punto más bajo, fluye constantemente respetando la ley de la gravedad. No puede ir hacia arriba sino es impulsada por una fuerza ajena. La no-resistencia. Oponerse a una fuerza superior es antinatural y por lo tanto el fracaso es seguro. Actuar “a favor y con…” esa fuerza es lo que nos enseña el agua.

3. El agua se adapta inmediatamente a todo hueco, forma o resquicio, lo cubre, lo rodea y poco a poco se apodera de él hasta cubrirlo y trascenderlo. Es la adaptabilidad constante e inmediata, sin preguntar previamente, sin protestar, sin poner condiciones, saber adaptarse a cualquier movimiento del otro. No es fácil que el cuerpo y la mente actúen al unísono con la fluidez del agua, pero es un aspecto a practicar.

4. Al encontrar un obstáculo no se detiene ni vuelve atrás, sabe esperar, mientras crece su caudal y su capacidad para rodearlo, encontrar los puntos inmediatamente accesibles (los puntos más bajos) por los que va abordando, esquivando y rebasando el obstáculo hasta superarlo dejándolo atrás. Busca sin cesar otra salida que le permite seguir su curso hasta el equilibrio y el reposo.
La resistencia o la esquiva del otro lleva implícito este mensaje: "por aquí no puedes, pero se ha creado una nueva oportunidad si no te detienes y sabes descubrir la nueva dirección".

5. Cuando dos cursos de agua se encuentran en direcciones convergentes u opuestas, enseguida el de menor caudal se adapta y se deja absorber uniéndose al mayor, para seguir juntos con mayor potencia y velocidad en la misma dirección, a partir del momento del encuentro. Saber ceder para unirse (integrarse) a la acción del otro, en su misma dirección y así hacerse parte de la fuerza resultante para dirigirla a nuestra dirección a partir del instante del encuentro.

6. Incluso en estado de reposo absoluto, el agua está siempre dispuesta para actuar. Basta cualquier causa que altere sus condiciones de equilibrio e inmediatamente se escapará por ese punto. La acción del agua es constante y permanente. Nunca está dormida. Nos muestra la actitud que conviene adoptar en la práctica, y en la vida ordinaria, de acción en potencia dentro de la calma, superando las barreras de la inercia o la sorpresa. La vigilancia ha de ser constante y natural, y la disponibilidad inmediata.

7. La gota de agua que cae intermitente y constantemente sobre la roca más dura, acaba por hacer huella y hasta hueco. Repetir, repetir, repetir una y otra vez las mismas técnicas, los mismos gestos, las mismas actitudes, sin importar nuestra debilidad o ineptitud actual. Aquel que sea capaz de perseverar como la gota, alcanzará el dominio de los principios.