Somos nosotros mismos los que nos encadenamos al sufrimiento,
nadie nos impone la vida o la muerte,
nadie nos obliga a empujar la rueda
y abrazar y besar sus dolorosos radios,
su llanta de lágrimas, su nave de nada.
nadie nos impone la vida o la muerte,
nadie nos obliga a empujar la rueda
y abrazar y besar sus dolorosos radios,
su llanta de lágrimas, su nave de nada.