domingo, 13 de septiembre de 2009
cartas
Yo sé bien que nadie, ninguna persona en este mundo,
puede saber qué cosa es nuestra vida (excepto) nosotros mismos.
La bella vida nuestra es tan imperceptible, tan delicada, por llena de imponderables, que casi no es posible verlas.
Es posible solamente vivirla, gracias a Dios.
Yo vivo en una especie de sueño, acordándome de todas las gracias que me has hecho.
Y lo que vivo es una vida nueva, una vida que siempre yo he buscado y nunca hallé.
Es una cosa ella sacra y concentrada.
La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna.
Tú eres “mi casa”, mi hogar, tú misma.
En ti me centro ( y el solo quererte me purifica). Ella es el abandono, la confianza completa.
Yo sé que tú eres fiel como una piedra.
Mi memoria es ahora un mundo, se vuelve un Universo vasto y completo.
Y a la vez, incompleto, porque ha crecido tanto aunque parecería que no pudiese crecer más. Ay, amor grave y tan dulce, tan sin peso a la vez. ¡Alegría mía!
niña errante, gabriela mistral