jueves, 8 de diciembre de 2011

el propósito y la libertad última




Dr. Frankl, ¿ cuál es la diferencia entre las personas que son capaces de levantarse, superar los problemas de la vida, y las que no?

El factor determinante es la decisión. La libertad de elegir, la libertad de arribar a una decisión. Debería ser "Me gustaría convertirme en esto, o aquello... A pesar de las condiciones, que solo parecen determinar totalmente mi comportamiento." Deseo actuar, libremente, como el ser responsable que es el ser humano, deseo actuar de acuerdo con mi herencia y entorno, usando, apropiándome de lo que he llegado a ser a partir de eso, pero también necesita ser a pesar de las peores condiciones. Esto es exactamente lo que se podía observar bajo condiciones extremadamente severas de stress o trágicas. Piense por ejemplo en personas viviendo varios años en las peores condiciones, como los prisioneros de campos de guerra. Hay mucha literatura psiquiátrica acerca de eso, o por lo mismo, en campos de concentración. Y esto es lo que debería reconocerse: las personas son libres. Y si usted observa o estudia las vidas de estas personas en un modo desapegado, realista, empírico, estrictamente científico, entonces las personas obtienen la imagen, la impresión de un ser humano como algo, no alguien, algo que está completamente determinado y no reconocen ni admiten la libertad y la responsabilidad por sí mismos, la responsabilidad de hacer algo alguien de sí mismos.

Entonces su filosofía básica es que la vida tiene sentido bajo cualquier condición, pero ¿qué tan fácil es, cuando hay un sentimiento de desesperanza, de desesperación, reconocer este sentido?

Permítame presentarle una definición algo extraña de desesperanza. Tal como estoy acostumbrado a proclamar, la desesperanza puede ser explicada en términos de una ecuación matemática D= S-P ¿qué significa? desesperanza es sufrimiento sin propósito. En la medida en que un individuo no pueda ver, no pueda encontrar ningún propósito en su sufrimiento estará proclive a la desesperanza y bajo ciertas condiciones, al suicidio. Pero en el momento en que puedan ver un sentido en su sufrimiento, pueden moldearlo en un logro. Pueden moldear su predicamento en una conquista en el nivel humano. Pueden convertir sus tragedias en un triunfo personal pero deben saber para qué. ¿qué debería yo hacer con eso? pero si las personas, como tantos segmentos de la sociedad, la población de hoy en día, no pueden encontrar ningún sentido en absoluto a sus vidas, no pueden ver nada significativo, entonces, en la mayoría de los casos, tendrán algo con que vivir, o al menos suficiente con que vivir, pero no pueden ver nada por lo que vivir.

¿Cuál es la respuesta a la pregunta "¿Por qué yo? ¿ Por qué me sucede esto a mí?"

La respuesta a tal pregunta no es nada que un psiquiatra ni ningún otro tipo de científico puede dar. Pero yo no comparto la opinión de Jean Paul Sartre, quien dijo que: Tenemos que aceptar, que soportar, con coraje, heroicamente el absoluto sin sentido de nuestras vidas. Lo que yo pienso, más bien, es que tenemos que aceptar es la incapacidad de nosotros los humanos, la incapacidad de reconocer el sentido supremo, en términos intelectuales, o meramente racionales, esto es lo único que tenemos que aceptar, pero no obstante podemos creer en ese sentido supremo. Pero conducir a alguien ( digamos un paciente ) facilitarle el camino o tal creencia, a la fe, es por supuesto un trabajo a ser realizado por un teólogo, más bien que por un psiquiatra.

Dígame, ¿hasta que punto siente usted que tenemos opciones con las cosas que nos suceden?

Nuestra libertad es una libertad finita. Es una libertad limitada. Eso equivale a decir que el ser humano nunca está completamente libre de condiciones, sean estas de tipo biológico, psicológico, o sociológico pero siempre tenemos la libertad suprema, la libertad última: la libertad de elegir una actitud ante cualquiera sean las condiciones que enfrentamos. Cómo reaccionamos ante condiciones que no pueden ser cambiadas, depende de nosotros. En otras palabras, si no podemos cambiar la situación, siempre tenemos la libertad última de cambiar nuestra actitud ante esa situación.

Dr. Frankl, déme un ejemplo de sentido que se pueda extraer de una situación de desesperanza.

Una vez recibí una carta de una joven estudiante tejano, quien me dijo que a los 17 años tuvo un accidente mientras practicaba buceo deportivo y desde entonces está paralítico del cuello hacia abajo. Él me escribió: Me rompí el cuello, pero eso no me rompió a mí. En la actualidad estoy incapacitado y esta incapacidad permanecerá conmigo aparentemente para siempre, pero yo no abandono mis estudios. Por causa de mi incapacidad, quiero ayudar a otras personas, quiero convertirme en psicólogo, para ayudar a otros y estoy seguro, que mi sufrimiento añadirá una contribución esencial a mi capacidad de entender y ayudar a otras personas.
Este hombre, tres años después, fue invitado por mí, para dar una conferencia, para leer un paper, en el 3er Congreso Mundial de Logoterapia que tuvo lugar en una universidad de Alemania. Viajó en avión, en su silla de ruedas, desde Texas hasta Alemania, a dar la conferencia y el título fue "El desfiante poder del espíritu humano". Y la última frase decía: "Yo sé que esto es verdad, porque ese hombre era yo".