sábado, 19 de marzo de 2011

sanar




La terapia no puede ni debe estar en manos de un sólo individuo, por muy sabio que este sea. El terapeuta no debe ser el imponente pescador que ofrece un pez al hambriento, debe ceder su poder de padre o madre universal, y, enseñando a sus pacientes la técnica de la pesca, conducirlos a explorar juntos las profundidades del oceanico inconsciente, para convertirse en sus propios curanderos.