martes, 3 de noviembre de 2009

la muerte/ lo que nunca muere




Lleva tu atención a mirar dentro de ti aquéllo que nunca muere. Estás ahora listo para soltar lo que se ha muerto o se ha ido. Olvídate de intentar traerlo de vuelta y no tomes su partida como algo personal.

Los milagros de Buda son totalmente diferentes de los de Jesús. Una mujer va a Buda: su niño está muerto y ella se lamenta y llora, y es viuda y nunca podrá tener otro hijo. Su único hijo está muerto y él constituía todo su amor y su atención.

Pero ¿qué hizo Buda? Buda le sonrió y dijo: `Sólo ve al pueblo y busca unas cuantas semillas de mostaza de una casa donde nadie haya jamás muerto`. La mujer se fue rápidamente al pueblo y fue de casa en casa. Y en todas le decían: `Podemos darte tantas semillas de mostaza como desees, pero no podemos cumplir tu condición, porque mucha gente ha muerto en nuestra casa`. Una y otra vez ocurría lo mismo. Sin embargo ella seguía abrigando esperanzas. `Quizás, quién sabe, puede haber alguna casa en algún lugar, que no ha conocido la muerte`. Caminó y caminó durante todo el día. Hacia la tarde, una gran luz de comprensión le sobrevino: `La muerte es una parte de la vida. Ocurre. No es algo personal. No es una calamidad personal que me ha ocurrido a mí`. Con esa comprensión se dirigió a Buda. El le preguntó: `¿Dónde están las semillas de mostaza?` Y ella sonrió, cayó a los pies de él y le dijo: `Iníciame. Quisiera conocer aquéllo que nunca muere. No pido que me regresen a mi hijo, porque aún cuando me lo dieran, él moriría nuevamente. Enséñame algo, de modo que pueda conocer dentro de mí misma lo que nunca muere`.


la sabiduría de las arenas