domingo, 7 de marzo de 2010

cuando aceptas lo que es, cada momento es el mejor



Hay fases de éxito en que las cosas vienen a ti y se desarrollan, y fases de fracaso en que las cosas se marchitan, se desintegran y tienes que dejarlas ir para que puedan surgir otras nuevas, o para que se produzca la transformación.

Si, llegado a ese punto, te apegas y te resistes, te estás negando a
seguir el flujo de la vida, y eso te hará sufrir. La disolución es
 necesaria para que se produzca un nuevo crecimiento. Ambos aspectos no
 pueden existir separadamente.

La fase descendente del ciclo es absolutamente esencial para la 
realización espiritual. Debes de haber fracasado rotundamente a algún
 nivel, o haber experimentado una pérdida seria o un dolor, para
sentirte atraído por la dimensión espiritual. O quizá el éxito mismo 
haya perdido significado, que dándose vacío y convirtiéndose en
 fracaso.


El fracaso reside oculto en cada éxito, y el éxito en cada fracaso. En 
este mundo, es decir, en el nivel de las formas, todos "fracasamos"
antes o después, y todas las realizaciones acaban convirtiéndose en
 nada. Todas las formas son impermanentes.
Puedes mantenerte activo y disfrutar manifestando y creando nuevas 
formas y circunstancias, pero ya no te identificarás con ellas. No las 
necesitas para tener una identidad. Ellas no son tu vida; sólo son tu
 situación de vida.


El ciclo tiene una duración variable que va de unas pocas horas a
 varios años. Hay ciclos largos y ciclos breves dentro de los ciclos 
largos. Muchas enfermedades se generan por luchar contra las fases de 
baja energía, que son vitales para la regeneración. La acción
 compulsiva y la tendencia a extraer la propia autoestima y la 
identidad de factores externos, como el éxito, es una ilusión
 inevitable mientras te identifiques con la mente. 
Esto hace que no puedas aceptar las fases bajas del ciclo, que no las 
dejes ser. Finalmente, la inteligencia del organismo puede adueñarse 
de la situación como medida de autoprotección y provocar una 
enfermedad que te obligue a detenerte para que pueda tener lugar la
 necesaria regeneración.


En cuanto la mente juzga que un estado o situación es "bueno", le toma
 apego y se identifica con él, tanto si se trata de una relación como 
de una posesión, un papel social, un lugar o tu cuerpo físico. La 
identificación te hace feliz, hace que te sientas bien contigo mismo,
y ese estado o situación puede llegar a convertirse en parte de quien
 eres o de quien crees ser.
Pero nada es duradero en esta dimensión donde la polilla y el orín
 consumen. La situación acaba, o cambia, o puede producirse un cambio
 de polaridad: lo que ayer o el año pasado era bueno, súbita o 
gradualmente se vuelve malo. La misma situación que antes te hacía
 feliz, ahora te hace desgraciado. La prosperidad de hoy se convierte
 en el consumismo vacío de mañana. La boda feliz y la luna de miel se
 convierten en un doloroso divorcio o en una convivencia infeliz. 
O también puede ocurrir que desaparezca una situación y su ausencia te
 haga infeliz. Cuando el estado o situación con el que la mente se ha 
identificado cambia o desaparece, ésta no puede aceptarlo. Se apegará 
al estado que ha desaparecido y se resistirá al cambio. Es casi como 
si nos cortaran un miembro del cuerpo.

Esto significa que tu felicidad y tu infelicidad son, de hecho, la 
misma cosa. Sólo las separa la ilusión del tiempo.

No ofrecer resistencia a la vida es estar en un estado de gracia,
tranquilidad y ligereza, un estado que no depende de que las cosas 
sean de cierta manera, buenas o malas.

Parece paradójico y, sin embargo, cuando desaparece la dependencia 
interna de la forma, la situación general de tu vida, lo que tiene 
relación con las formas externas, parece mejorar enormemente. Las
 cosas, las personas o las situaciones que creías necesitar para ser
 feliz ahora llegan a ti sin esfuerzo ni lucha por tu parte, y eres 
libre de disfrutarlas y apreciarlas mientras duren.
Todas esas cosas, evidentemente, seguirán teniendo un final, los
ciclos irán y vendrán, pero cuando desaparece la dependencia,
desaparece también el miedo a la pérdida. La vida fluye con
tranquilidad.

La felicidad derivada de una fuente secundaria nunca es muy profunda.
 Sólo es un pálido reflejo de la alegría de Ser, de la vibrante paz que 
encuentras en tu interior cuando entras en el estado de
noresistencia. El Ser te lleva más allá de los opuestos polares de la
mente y te libera de la dependencia de la forma. Aunque todo colapsara 
y se derrumbara a tu alrededor, en lo profundo de tu núcleo interno
seguirías sintiéndote en paz. Puede que no te sintieras feliz, pero al
menos estarías en paz.

Toda resistencia interna se experimenta como negatividad de uno u otro
 tipo. Toda negatividad es resistencia. En este contexto, ambas 
palabras son casi sinónimas. 
La negatividad va desde la irritación o la impaciencia hasta la ira
encendida, desde el estado de depresión anímica o resentimiento hasta
la desesperación suicida. A veces la resistencia activa el
 cuerpo-dolor emocional y, en tal caso, cualquier roce sin importancia 
puede producir una intensa negatividad en forma de ira, depresión o 
una pena muy honda.
 El ego cree que puede manipular la realidad mediante la negatividad y 
conseguir lo que quiere. Cree que la negatividad le permite atraer un
 estado agradable o disolver un estado desagradable. 
Si "tú" -la mente- no creyeras que la negatividad funciona, ¿para qué
 habrías de crearla? La cuestión es que, de hecho, la negatividad no 
funciona. En lugar de atraer un estado deseable, más bien le impide
 emerger. En lugar de disolver un estado indeseable, lo mantiene en su 
lugar. La única "utilidad" de la negatividad es fortalecer el ego, y 
por eso al ego le encanta.

Cuando estás identificado con una emoción negativa no quieres 
soltarla, y en algún profundo nivel inconsciente no deseas un cambio 
para mejor porque pondría en peligro tu identidad de persona
 deprimida, enfadada o maltratada. Entonces ignorarás, negarás o 
sabotearás lo positivo de tu vida. Éste es un fenómeno bastante común.
Y una locura. Observa cualquier planta o animal y permite que te enseñe a aceptar lo que es, a rendirte al ahora.


Deja que te enseñe a Ser.
Deja que te enseñe integridad, qué significa 
ser uno mismo, ser real.
Deja que te enseñe a vivir y a morir, y a no 
hacer un problema de la vida y de la muerte.

Las emociones negativas recurrentes contienen a veces un mensaje, como 
también lo contienen las enfermedades. Pero cualquier cambio que 
introduzcas, tanto si tiene que ver con tu trabajo como si afecta a
tus relaciones o a tu entorno, será superficial a menos que surja de 
un cambio en tu nivel de conciencia. Y en cuanto a eso sólo puedo
 aconsejarte una cosa: mantente más presente. Cuando hayas alcanzado
 cierto grado de presencia, ya no necesitarás que la negatividad te
 indique qué necesita tu situación de vida.
 Pero mientras la negatividad esté ahí, úsala. Úsala como recordatorio
 de que has de estar más presente.
 Cuando sientas surgir la negatividad en tu interior, tanto si está
 causada por algo externo como si está provocada por un pensamiento o
 por nada concreto de lo que seas consciente, considérala una voz que 
te dice:

"Atención.
Aquí y Ahora.
Despierta.
Sal de tu mente.
Mantente 
presente".


Hasta la más leve irritación es significativa y tiene que ser
 reconocida y registrada para que no haya una acumulación de reacciones
 no observadas.

Es posible que al darte cuenta de que no quieres tener ese campo
energético negativo en tu interior, de que no tiene ningún propósito,
 simplemente renuncies a él. Pero, si es así, asegúrate de soltarlo 
completamente. Si no puedes hacerlo, acepta que está ahí y lleva tu 
atención a la sensación.
Como alternativa, puedes hacer desaparecer la emoción negativa 
imaginándote que te has vuelto transparente a la causa externa de esa 
reacción.


Te recomiendo que al principio lo practiques con cosas pequeñas,
 incluso triviales. Digamos que estás tranquilamente sentado en tu 
casa. De repente oyes el sonido penetrante de una alarma de automóvil
 que suena en la calle. Surge la irritación. ¿Qué propósito tiene esa
 irritación? Ninguno en absoluto. ¿Por qué la has creado? No la has
 creado, la ha creado tu mente. Ha sido una reacción totalmente
a utomática, totalmente inconsciente.
¿Por qué la ha creado la mente? Porque cree inconscientemente que esa 
resistencia, que tú experimentas como negatividad o infelicidad,
 disolverá en cierto modo la situación indeseable. Esto, evidentemente,
 es una ilusión. La resistencia creada por la reacción -la irritación o
 el enfado, en este caso- es mucho más molesta que la causa original 
que está tratando de disolver.

Todo esto puede transformarse en una práctica espiritual.
Sientete como si te estuvieses volviendo transparente, por así
 decirlo; como si no tuvieras la solidez de un cuerpo material. Ahora
 permite que el ruido, o cualquiera que sea la causa de la reacción 
negativa, te atraviese. Ya no golpea con una "pared" sólida en tu 
interior. 
Como he dicho, al principio es mejor practicar con cosas pequeñas: la
 alarma del coche, el ladrido del perro, los gritos de los niños, el
 atasco de tráfico. En lugar de tener un muro de resistencia dentro de 
ti, golpeado constantemente por cosas "que no deberían estar
 ocurriendo", deja que todo te atraviese.

Imagina que alguien te dice algo grosero o con intención de
molestarte. En lugar de caer en la reacción inconsciente y en la 
negatividad, en lugar de atacar, ponerte a la defensiva o retirarte, 
deja que las palabras te atraviesen limpiamente. No ofrezcas 
resistencia. Es como si ya no hubiera nadie que pudiera sentirse 
herido. Eso es perdón. Así es como te vuelves invulnerable. 
Puedes seguir diciendo a esa persona que su conducta es inaceptable,
 si eso es lo que eliges. Pero esa persona ya no tiene el poder de
controlar tu estado interno. Entonces eres dueño de ti mismo, no estás
 bajo el poder de otra persona, y tampoco te dejas controlar por tu
 mente. Tanto si se trata de una alarma de automóvil, de una persona
 grosera, de una inundación, un terremoto o de la pérdida de todas tus 
posesiones, el mecanismo de resistencia es el mismo.
 Sigues buscando fuera y no puedes dejar de buscar. Quizás el próximo
 curso tengas la respuesta; quizás esa nueva técnica.
A ti, 
personalmente, te digo: 
NO BUSQUES LA PAZ.
No busques ningún estado diferente del que tienes; 
así no producirás conflicto interno ni resistencias inconscientes.
 Perdónate por no estar en paz. En el momento en que aceptas
 completamente tu falta de paz, la no-paz se transforma en paz.
 Cualquier cosa que aceptes plenamente te llevará allí, al estado de
 paz. Éste es el milagro de la rendición. 
Cuando aceptas lo que es, cada momento es el mejor.

Eso es iluminación.