domingo, 16 de enero de 2011

vivimos en un constante vaivén




Estamos experimentando constantemente estados superiores y también otros menos felices y esclarecidos.
Vivimos en un constante vaivén, en un equilibrio dinámico variable, pendular, y nunca podremos ser sólo bondadosos, sabios y buenos; todos participamos siempre en la maldad, el error y la ignorancia.
Nos movemos entre dos límites vitales y extremos, avanzando y retrocediendo en la escala de los niveles de conciencia.
Podemos expandirnos o contraernos.
Si es lo primero, nos abrimos hacia el mundo y los demás, ampliamos nuestras percepciones y contactos, comprendemos.
Si es lo segundo, ponemos distancia entre nosotros y el mundo, ignoramos y tememos.
Ambas posibilidades están constantemente presentes y disponibles para todos, porque somos esencial y potencialmente iguales y libres.

Hay que aceptarse como uno está, en su nivel propio, bajo cualquier circunstancia en que se encuentre, porque sobre todo reina una ley de interacción y armonía que da unidad y destino al universo y a todo lo que en él hay.

Bajo tal ley nos unimos y nos separamos, bajo tal ley se quiebran y se rehacen los vínculos particulares dando paso a nuevos sentimientos, ideas, actitudes y posibilidades.