lunes, 31 de enero de 2011
ámate
Ámate a ti mismo. Pero, ¿el amor no se define acaso como compartir el mismo espacio con otros?
De hecho, gran parte de lo que ahora concebimos como nosotros mismos -nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestras emociones- implica a billones de otros seres.
Ser la conciencia-ego de un cuerpo humano es un poco como ser el alcalde de la ciudad de Nueva York.
El ego no es la única conciencia comprometida con la supervivencia o el funcionamiento de tu cuerpo.
Somos libres, como entes individuales y únicos, de abandonar cualquier agrupación (como por ejemplo, la agrupación que forma nuestro cuerpo), pero en cualquier nivel al que vayamos encontraremos a otros seres con quienes armonizar.
Cuando te amas a ti mismo estás, en realidad, expandiéndote en amor a muchos otros seres, y mientras más ames, más amorosos serán los seres en tu interior y a tu alrededor.
En todos los niveles, somos vibraciones mutuamente dependientes.
Toca una alegre melodía y vendrán alegres bailarines a unirse a tu danza.
En otro sentido, amarte a ti mismo es una disposición a estar en el mismo espacio con tus propias creaciones.
¿Cuán contraído podrías llegar a estar si intentaras apartarte de tus propias ideas?
Amarte a ti mismo no es cuestión de reforzar tu ego.
El egotismo es probar que eres valioso después de haberte hundido en el odio a ti mismo.
El amor que te brindes disolverá tu ego: no sentirás necesidad de demostrar que eres superior.