viernes, 21 de enero de 2011

nadie te hizo nada, nadie te forzó




Quizás a muchos de nosotros nos disguste el lugar que ahora ocupamos en el universo, pero podemos estar seguros de que llegamos a donde estamos a través de nuestras propias decisiones de expandirnos al amor o de evitarlo.
 El tipo de cerebro y cuerpo que tienes, tu familia y sociedad, el tiempo histórico en que naciste; sólo tú determinaste éstas y otras cosas, con tu grado de expansión, con tu disposición a amar.
Nadie te hizo nada. Nadie te forzó.

Existe completa justicia en lo que cada uno de nosotros experimenta en cada segundo del día.
En cierto sentido, podemos estar tranquilos, porque nada es secreto, nada se pierde, nada se olvida, nadie queda abandonado. 

Cada uno de nosotros es el mismo tipo de ser, capaz de fluir en total atención y conciencia o de sustraerse a ellas.
Y eso es todo lo que necesitamos hacer: entregar una atención total, permisiva y amorosa a absolutamente todo lo que vemos en nuestras mentes, en nuestros cuerpos, en nuestro medio ambiente, en otras personas.
 La expansión en el amor es algo que cualquier ser del universo puede hacer en cualquier momento.
Una conciencia dispuesta nos llevará al cielo, una actitud amorosa nos hará libres.
Nada más controla nuestro destino.

El comportamiento malo o bueno es algo secundario.
Cualquier cosa que hagas, ámate a ti mismo por el mero hecho de hacerla.
Cualquier cosa que pienses, ámate por pensarla.
El amor es la única dimensión que debe ser modificada.
 Si no estás seguro de lo que se siente al amar, ámate a ti mismo por no estarlo. No hay nada en el mundo que sea más importante que el amor que los seres conscientes sienten unos por otros, ya sea que se lo expresen o no.
 No tiene sentido preocuparse o plantearse interrogantes acerca de condiciones espirituales peores o mejores, aunque ese juego está a nuestro alcance.
No te será posible elevarte por sobre tu nivel actual de vibraciones hasta que ames tu actual situación.