lunes, 17 de agosto de 2009
la muerte
Cada vez que se produce una gran pérdida en tu vida algo muere dentro de ti.
Sientes que mengua tu sentido de identidad.
También podrías sentir cierta desorientación. «Sin esto..., ¿quién soy yo?»
Cuando una forma con la que te habías identificado inconscientemente y que considerabas parte de ti te deja o se desvanece, eso puede ser muy doloroso.
Podría decirse que deja un agujero en la trama de tu existencia.
Cuando te ocurra algo así, no niegues ni ignores el dolor o la tristeza que sientes.
Acepta que están ahí. Date cuenta de la tendencia de la mente a construir una historia en torno a esa pérdida en la que se te asigna el papel de víctima.
El miedo, la ira, el resentimiento o la autocompasión son las emociones que acompañan a ese papel. A continuación, registra de lo que está detrás de esas emociones y detrás de la historia fabricada por la mente: ese agujero, ese espacio vacío.
¿Puedes afrontar y aceptar esa extraña sensación de vacío?
Si lo haces, tal vez descubras que ya no te da miedo.
Quizá te sorprenda descubrir la paz que emana de él. Cada vez que se produce una muerte, cada vez que una forma de vida se desvanece, Dios, el informe e inmanifestado, brilla a través de la abertura dejada por la forma disuelta. Por eso lo más sagrado de la vida es la muerte.
Por eso la paz de Dios puede llegar hasta ti en la contemplación y en la aceptación de la muerte.
eckhart tolle