martes, 6 de octubre de 2009
inanna desciende al inframundo I
Inanna era la reina del Cielo y de la Tierra.
Atendiendo a las noticias de que su hermana, la diosa Ereshkigal, reina del Inframundo, sufría grandes dolores, decidió visitarla.
Inanna suponía erróneamente que bajar a su mundo era una fácil empresa. Sin embargo, descubrió que el poder y la autoridad que detentaba en la superficie de la tierra no ejercía influencia alguna en el trato que recibiría en el inframundo.
Inanna llamó imperiosamente a la puerta de los infiernos pidiendo que le abrieran.
El cancerbero le preguntó quién era, y a continuación le dijo que para pasar debía pagar un precio.
Siete eran las puertas, no una sola. En cada una de ellas, el cancerbero le pidió que,
si quería atravesarlas, tendría que desprenderse de una prenda de vestir.
En cada ocasión, Inanna, sorprendida por semejante procedimiento, replicó indignada:
¿Qué significa ésto?
En cada ocasión, recibió la siguiente respuesta:
"Silencio, Inanna, pues los designios del inframundo son perfectos.
No han de ponerse en duda."
Tuvo que despojarse de su magnífico tocado, la corona que representaba su autoridad, en la primera puerta.
El collar de lapislázuli le fue arrebatado en la segunda puerta y hubo de desprenderse de la doble hilera de ricas perlas que orlaba su busto en la tercera.
Quedó desnuda de su peto en la cuarta y de su brazalete de oro en la quinta.
En la séptima puerta se desprendió de su túnica regia.
Desnuda y humillada, entró en el inframundo.
Una y otra vez, en cada puerta, la despojaban de símbolos de poder, prestigio, riqueza y abolengo.
Una y otra vez, en cada puerta, el abandono de cada uno de los elementos de su vestuario era acogido con sorpresa.
Una y otra vez decía: ¿Qué significa ésto?
y recibía como respuesta:
"Silencio, Inanna, pues los designios del inframundo son perfectos.
No han de ponerse en duda."
Inanna estaba desnuda y cabizbaja cuando penetró en el inframundo; en su descenso había sido humillada y desprovista de sus atributos, pero la ordalía aún no había concluido.
Cuando se presentó ante Ereshkigal, la reina del inframundo no se mostró complacida con la visita.
Llena de ira y condena, Ereshkigal contempló a Inanna con los lúgubres ojos de la muerte y ésta cayó fulminada.
Entonces colgaron el cuerpo de Inanna en un gancho y tres días más tarde empezó a descomponerse y se convirtió en un montón de carne putrefacta.