jueves, 10 de diciembre de 2009
un guerrero cultiva la lucidez
Porque se ha ejercitado en la lucidez, un Guerrero mira y ve inmediatamente. Sabe enfrentarse con cualquier situación y descubrir las causas de fondo, las fuerzas que subyacen a lo fenoménico. Distingue lo superfluo de lo trascendente y elige esto último. Por eso, los fuegos de artificio no lo deslumbran y el resplandor que a otros ciega a él da la justa visión.
Un Guerrero también sabe que , en última instancia, el conocimiento se halla dentro de sí. No necesita cobijo de rebaño alguno, pues él es lo suficientemente sabio y poderoso como para caminar solo. Porque se valora a sí mismo, a nadie sigue ciegamente.
Si pretendes llegar algún día a ser una gran Guerrera o un gran Guerrero, nunca arrojes tus ojos al fango de la credulidad. Jamás creas todo lo que otros te cuenten sobre mundos y seres fantásticos. No importa los títulos, certificados, grados o diplomas que exhiban grotescamente quienes hablan. Lo que escuchas pueden ser sólo mentiras destinadas a atrapar tu corazón y alimentar las carnes flojas del embustero.
Por el contrario, ve y experimenta por ti mismo. Investiga por tu propia cuenta, saca tus conclusiones personales. Mira y aprehende la realidad con tus propios sentidos. Si algo adentro te dice que no es verdad lo que oyes, busca las respuestas por ti mismo pues nadie te las dará. Y si alguien pretende poder hacerlo, probablemente miente. Un verdadero maestro siempre alentará a su discípulo a buscar su verdad personal. Nunca a rendirle culto miope o a llamarle maestro, swami, gurú o sensei. Recuerda que en último término, nadie te dará lo que no poseas.
Asume tu condición de Guerrero. Anda, escucha y discierne. De seguro encontrarás verdaderos maestros que te ayudarán dando indicios acerca del camino a seguir. Pero su condición será evidente a tu mirada, no impuesta desde un púlpito. Nada te pedirán a cambio, nada pretenderán de tí. Serán una encarnación viva de lo que predican y su mayor felicidad será ver en tus ojos la luz del que ha comprendido. Cuando ello haya ocurrido no dejes de agradecer. Jamás olvides a quien, aunque por un segundo, ha sido tu maestro. Tu deuda será saldada cuando hagas por tu parte lo mismo con otros que vendrán después.
lucas estrella schultz