sábado, 5 de noviembre de 2011
el descubrimiento del amor en el mundo subterráneo
La cuarta fase: El descubrimiento del amor en el mundo subterráneo
A la mañana siguiente el rey viene a contar sus peras. Falta una y el hortelano le revela lo que ha visto. "Anoche dos espíritus vaciaron el foso, entraron en el vergel bajo la luz de la luna y uno que era manco se comió la pera que el árbol le ofreció."
Aquella noche el rey monta guardia con su hortelano y con su mago que sabe hablar con los espíritus. A medianoche la doncella aparece flotando por el bosque con sus sucios andrajos, su cabello desgreñado, el rostro surcado de tiznaduras de mugre y los brazos sin manos, acompañada del espíritu.
Una vez más, otro árbol se inclina y la doncella se come la pera que cuelga del extremo de la rama. El mago se acerca, pero no demasiado, y pregunta:
-¿Eres de este mundo o no eres de este mundo?
La doncella contesta:
-Antes era del mundo, pero no soy de este mundo.
El rey interroga al mago.
-¿Es un ser humano o es un espíritu?
El mago contesta que es ambas cosas. El rey corre hacia ella y le promete amor y lealtad:
-No te abandonaré. A partir de hoy, cuidaré de ti.
Se casan y él le manda hacer unas manos de plata.
El rey es una sagaz criatura del mundo de la psique subterránea. No es simplemente un viejo rey sino que es uno de los principales vigilantes del inconciente femenino. Vigila la botánica del crecimiento del alma; su vergel (que es también el de su madre) está lleno de árboles de la vida y de la muerte. El rey pertenece a la familia de los dioses salvajes. Como la doncella, es capaz de resistir muchas cosas. Y, como la doncella, tiene otro descenso por delante. Pero de eso ya hablaremos después.
En cierto modo, se podría decir que sigue los pasos de la doncella. La psique siempre vigila su propio proceso. Es una premisa sagrada. Significa que, cuando vagas sin rumbo, hay otro ser -por lo menos uno y, a menudo, más de uno- que está curtido y tiene experiencia y está aguardando que llames a la puerta, golpees una piedra, te comas una pera o aparezcas sin más, para anunciar tu llegada al mundo subterráneo. Esta amorosa presencia monta guardia a la espera de que aparezca la buscadora que vaga sin rumbo. Las mujeres lo saben muy bien. Hablan de un destello de luz o de perspicacia, de un presentimiento o una presencia.
El hortelano, el rey y el mago son tres maduros símbolos del arquetipo masculino. Equivalen a la sagrada trinidad femenina representada por la madre, la doncella y la vieja bruja. En el cuento, las antiguas diosas triples o las tres-diosas-en-una están representadas de la siguiente manera: la doncella está simbolizada por la mujer manca, y la madre del rey, que entra en escena más adelante, es el símbolo de la madre y de la vieja bruja. El giro que confiere al cuento una apariencia "moderna" es la figura del demonio, que en los antiguos ritos de iniciación femenina estaba normalmente representado por la vieja en su doble naturaleza de aquella que da la vida y la quita. En este cuento el demonio es sólo el que quita la vida.
No obstante, en tiempos inmemoriales, lo más probable es que en este tipo de cuento la vieja interpretara el papel de la iniciadora que al mismo tiempo pone obstáculos a la joven y dulce heroína en su paso de la tierra de los vivos a la tierra de los muertos. Desde un punto de vista psíquico, todo eso concuerda con la psicología junguiana, la teología y las antiguas religiones nocturnas, según las cuales el Yo o, en nuestra forma de hablar, la Mujer Salvaje, siembra en la psique toda suerte de semillas y desafíos con el fin de que la mujer desesperada regrese a su naturaleza original en busca de respuestas y de fuerza, uniéndose de nuevo al gran Yo Salvaje para, a partir de aquel momento, actuar en la medida de lo posible como sí ambos fueran una sola cosa.
En cierto modo, esta distorsión del cuento distorsiona nuestra información acerca de los antiguos pasos que integraban el regreso de la mujer al mundo subterráneo. Pero, en realidad, esta sustitución de la vieja por el demonio resulta extremadamente importante para nosotras en la actualidad, pues, para poder descubrir los antiguos caminos que conducen al inconciente, nos vemos obligadas a menudo a luchar contra el demonio disfrazado de mandatos culturales, familiares o intrapsíquicos que devalúan la vida del alma de lo femenino salvaje. En este sentido, el cuento tiene un doble efecto; por un lado contiene los suficientes huesos del antiguo ritual como para que podamos reconstruirlo y, por otro, nos muestra de qué manera el depredador natural trata de apartarnos de los derechos que nos corresponden y de arrebatarnos las tareas del alma.
Los principales autores de la transformación presentes en el vergel en este momento son, en orden aproximado de aparición: la doncella, el espíritu vestido de blanco, el hortelano, el rey, el mago, la madre/ vieja y el demonio. Éstos simbolizan tradicionalmente las siguientes fuerzas intrapsíquicas:
LA DONCELLA
Tal como ya hemos visto, la doncella simboliza la sincera psique previamente dormida. Pero la heroína- guerrera permanece oculta bajo su dulce capa exterior. Tiene la resistencia propia de la loba solitaria. Es capaz de soportar la suciedad, la mugre, la traición, el daño, la soledad y el exilio de la iniciada. Es capaz de vagar sin rumbo por el mundo subterráneo y de regresar enriquecida al mundo de arriba. Aunque al iniciar el descenso quizá no pueda formularlas con claridad, está siguiendo las instrucciones y las directrices de la Vieja Madre, de la Mujer Salvaje.
EL ESPIRITU VESTIDO DE BLANCO
En todas las leyendas y todos los cuentos de hadas, el espíritu vestido de blanco es el guía, el que posee una dulce sabiduría innata y que es algo así como el explorador del viaje de la mujer. Entre algunas mesemondók, este espíritu se consideraba un fragmento de un antiguo y valioso dios despedazado que seguía encarnándose en los seres humanos. Por su atuendo, el espíritu vestido de blanco guarda estrecha relación con la miríada de diosas de la Vida/Muerte/Vida de las distintas culturas, todas ellas esplendorosamente vestidas de blanco: La Llorona, Berchta, Hel, etc. Lo cual quiere decir que el espíritu vestido de blanco es un auxiliar de la madre/vieja que, en la psicología arquetípica, es también la diosa de la Vida/Muerte/Vida.
EL HORTELANO
El hortelano es el cultivador del alma, un guardián regenerador de la semilla, la tierra y la raíz. Es similar al Kokopelli de los indios hopi, un espíritu jorobado que cada primavera se presenta en las aldeas y fertiliza no sólo las cosechas sino también a las mujeres. La función del hortelano es la regeneración. La psique de la mujer tiene que sembrar, desarrollar y cosechar constantemente nueva energía para poder sustituir la vieja y gastada. Hay una natural entropía, o desgaste y utilización, de los componentes psíquicos. Es bueno que así sea y así debería funcionar la psique, pero hay que tener nueva energía lista para sustituir a la vieja. Éste es el papel del hortelano en la tarea de la psique. Lleva la cuenta de la necesidad de cambio y reabastecimiento. En el interior de la psique, hay vida constante, constante enfrentamiento con la muerte y constante sustitución de ideas, imágenes y energías.
EL REY
El rey representa un tesoro de sabiduría en el mundo subterráneo. Posee la capacidad de sacar la sabiduría interior al mundo exterior y ponerla en práctica sin disimulos, murmullos o disculpas. El rey es el hijo de la madre/vieja. Como ella y probablemente siguiendo su ejemplo, interviene en el mecanismo del proceso vital de la psique: el debilitamiento, la muerte y el regreso de la conciencia. Más adelante, cuando vaga en busca de su reina perdida, experimentará una especie de muerte que lo transformará de un rey civilizado en un rey salvaje. Encontrará a su reina y renacerá. En términos psíquicos eso significa que las antiguas actitudes centrales de la psique morirán cuando la psique adquiera nuevos conocimientos. Las antiguas actitudes serán sustituidas por nuevos o renovados puntos de vista acerca de casi todo lo que constituye la vida de la mujer. En este sentido, el rey simboliza la renovación de las actitudes y leyes dominantes de la psique femenina.
EL MAGO
El mago o brujo que acompaña al rey para interpretar lo que éste ve simboliza la magia directa del poder de la mujer. Cosas como el recuerdo instantáneo, la visión a mil leguas de distancia, la capacidad de oír desde miles de kilómetros o de captar lo que hay detrás de los ojos de un ser -humano o animal- son cualidades propias de lo femenino instintivo. Es el mago quien participa de ellas y quien tradicionalmente ayuda a conservarlas y ponerlas en práctica en el mundo exterior. Aunque el mago también puede ser una maga, aquí es una poderosa figura masculina similar al valeroso hermano de los cuentos de hadas que, por amor a su hermana, es capaz de hacer cualquier cosa para ayudarla. El mago siempre posee un potencial ambivalente. En los sueños y en los cuentos se presenta indistintamente como hombre o como mujer. Puede ser macho, hembra, animal o mineral y cambiar de disfraz con tanta soltura como la vieja, su réplica femenina. En la vida conciente, el mago ayuda a la mujer a convertirse en lo que quiera y a representarse a sí misma como quiera en un momento determinado.
LA REINA MADRE/VIEJA
En este cuento la reina madre/vieja es la madre del rey. Esta figura simboliza muchas cosas, entre ellas la fecundidad, la inmensa capacidad de ver los trucos del depredador y de atemperar las maldiciones. La palabra "fecundidad", que suena como un tambor cuando se pronuncia en voz alta, significa algo más que fertilidad; quiere decir fecundable a la manera en que es fecundable la tierra. Es aquella tierra negra en la que brilla la mica, las negras y peludas raíces y toda la vida anterior, desmenuzada en un aromático mantillo. La palabra "fertilidad" contiene el significado de las semillas, los huevos, los seres y las ideas. La fecundidad es la materia esencial en la que se depositan, preparan, calientan, incuban y guardan las semillas. Es por eso por lo que la vieja madre es designada a menudo con sus nombres más antiguos -Madre Polvo, Madre Tierra, Mam y Ma-, pues ella es el abono que hace nacer las ideas.
EL DEMONIO
En este cuento, la doble naturaleza del alma de la mujer, que la acosa y la sana al mismo tiempo, ha sido sustituida por una sola figura, la del demonio. Tal como ya hemos dicho anteriormente, esta figura del demonio representa al depredador natural de la psique femenina, un aspecto contra natura que se opone al desarrollo de la psique y trata de matar el alma. Es una fuerza separada de su otra faceta, la que da la vida. Una fuerza que se tiene que vencer y reprimir. La figura del demonio no es lo mismo que otra fuente natural de acoso y hostigamiento también presente en la psique femenina y que yo llamo el álter-alma. El álter-alma opone resistencia y es positiva. Aparece a menudo en los sueños femeninos, los cuentos de hadas y los mitos como una figura que cambia constantemente de aspecto y que magnetiza y atormenta a la mujer hasta obligarla a efectuar un descenso que, en condiciones ideales, culmina en una reunión con sus recursos más profundos.
Por consiguiente, en este vergel del mundo subterráneo se va a producir la unión de estas poderosas partes de la psique, tanto masculinas como femeninas. Forman una conjunctio. La palabra procede de la alquimia y significa una más elevada unión transformativa de sustancias dispares. Cuando estos contrarios se frotan conjuntamente se produce la activación de ciertos procesos intrapsíquicos. Actúan como el pedernal que se frota contra la piedra para encender el fuego. A través de la conjunción y la presión de elementos dispares que habitan en el mismo espacio psíquico se produce la energía del alma, la perspicacia y la sabiduría.
La presencia del tipo de conjunctio que se produce en el cuento marca la activación de un lujuriante ciclo de la Vida/Muerte/Vida. Cuando se produce esta insólita y valiosa reunión, sabemos que está a punto de ocurrir una muerte espiritual, que es inminente un matrimonio espiritual y que nacerá una nueva vida. Estos factores predicen lo que va a ocurrir. La conjunctio no es algo que se pueda ir a buscar. Es algo que ocurre como consecuencia de un intenso esfuerzo.
Así pues, envueltas en nuestras vestiduras cubiertas de barro, bajamos por un camino que jamás habíamos visto mientras la señal de la naturaleza salvaje brilla cada vez con más fulgor a través de nosotras. Hay que decir que esta conjunctio requiere una drástica revisión de lo que una ha sido hasta ahora. Si estamos en el vergel y podemos identificar la presencia de estos aspectos psíquicos, ya no hay vuelta atrás, tenemos que seguir adelante.
¿Qué más podemos decir acerca de las peras? Están ahí para las que tienen hambre durante su largo viaje al mundo subterráneo. Tradicionalmente se utilizan distintos frutos para simbolizar el vientre femenino, casi siempre peras, manzanas, higos y melocotones, aunque, por regla general, cualquier objeto que tenga forma exterior e interior y en cuyo centro haya semillas de las que pueda surgir algo vivo -huevos, por ejemplo- puede representar esta capacidad de la "vida dentro de la vida" de lo femenino. Las peras del cuento representan arquetípicamente un estallido de nueva vida, una semilla de un nuevo yo.
En muchos mitos y cuentos de hadas los árboles frutales se encuentran bajo el dominio de la Gran Madre, la vieja Madre Salvaje, y el rey y sus hombres son los mayordomos. Las peras del jardín están numeradas, pues en este proceso transformativo se tienen en cuenta todos los detalles. No es un designio ciego. Todo está registrado y controlado. La vieja Madre Salvaje sabe cuántas sustancias transformativas posee. El rey viene para contar las peras, no en celoso gesto de posesión sino en su afán de descubrir si ha llegado alguien nuevo al mundo subterráneo para comenzar su profundo proceso de iniciación. El mundo del alma siempre espera al principiante y al que vaga sin rumbo.
La pera que se inclina para alimentar a la doncella es como una campana que repica en el vergel del mundo subterráneo, convocando todas las fuerzas y las fuentes, al rey, al mago, al hortelano y, finalmente, a 1a anciana madre; todos corren a saludar, sostener y ayudar a la principiante.
Las figuras santas de todos los tiempos nos aseguran y confirman que, en el transformativo camino abierto ya hay "un lugar preparado para nosotras". Y el destino nos arrastra o nos empuja a este lugar con la ayuda del rastro y la intuición. Todas acabamos llegando al vergel del rey. Tal como debe ser.
En este episodio, los tres atributos masculinos de la psique femenina -el jardinero, el rey y el mago- son los vigilantes que interrogan y prestan su auxilio durante el viaje por el mundo subterráneo donde nada es lo que parece al principio. Cuando el aspecto regio de la psique subterránea femenina averigua que ha habido un cambio en la disposición del vergel, se presenta en compañía del mago de la psique que comprende las cuestiones de los mundos humano y espiritual y sabe distinguir entre los distintos aspectos psíquicos del inconciente.
Así pues, ambos contemplan cómo el espíritu vuelve a vaciar el foso. Tal como ya hemos dicho antes, el foso tiene un significado simbólico similar al del Éstige, el río venenoso en el que las almas de los muertos eran trasladadas desde la tierra de los vivos al país de los muertos. El río no era venenoso para los muertos sino tan sólo para los vivos. Hay que guardarse por tanto de la sensación de descanso y cumplimiento que puede inducir a los seres humanos a pensar que una obra espiritual o la conclusión de un ciclo espiritual es un punto en el que uno se puede detener y dormir para siempre en sus laureles. El foso es un lugar de descanso para los muertos, un cumplimiento al que se llega al término de la vida, pero la mujer viva no puede permanecer mucho tiempo cerca de él, pues se podría adormilar en los ciclos que configuran el alma.
A través de este símbolo del río circular que es el foso el cuento nos advierte de que esta agua no es un agua cualquiera sino un agua especial, Es un agua que marca una frontera como el círculo de tiza que la doncella había trazado para alejar al demonio. Cuando alguien cruza un círculo o penetra en su interior, entra o pasa a través de otro estado de ser y de otro estado de conciencia o ausencia de ella,
Aquí la doncella pasa a través de un estado de inconsciencia reservado a los muertos. No tiene que beber el agua ni vadearla sino cruzar su lecho seco. Puesto que la mujer tiene que atravesar la tierra de los muertos en sentido descendente, a veces se desorienta y cree que morirá para siempre. Pero no es así. Su misión es atravesar la tierra de los muertos como una criatura viva, pues en eso consiste la conciencia.
Por consiguiente, el foso es un símbolo muy importante y el hecho de que el espíritu del cuento lo vacíe nos ayuda a comprender qué tenemos que hacer en nuestro viaje. No tenemos que tendernos a dormir, satisfechas de lo que hemos hecho hasta ahora en nuestra tarea. Tampoco tenemos que arrojarnos al río en un insensato intento de acelerar el proceso. Hay una muerte con "m" minúscula y una Muerte con "M" mayúscula. La que busca la psique en este proceso de los ciclos de la Vida/Muerte/Vida es la muerte por un instante, no La Muerte Eterna.
El mago se acerca al espíritu y a la joven, pero no demasiado. Y pregunta:
-¿Eres de este mundo o no eres de este mundo?
Y la doncella, vestida con los andrajos propios de una criatura despojada de su ego y acompañada por el cuerpo resplandecientemente blanco de un espíritu, le contesta al mago que se encuentra en la tierra de los muertos a pesar de que está viva.
-Antes era del mundo y, sin embargo, no soy de este mundo.
Cuando el rey le pregunta al mago: "¿Es un ser humano o es un espíritu?", el mago le contesta que es ambas cosas.
La críptica respuesta de la doncella, da fe de que ésta pertenece a la tierra de los vivos pero está entrando en la cadencia de la Vida/Muerte/ Vida y, como consecuencia de ello, es un ser humano en fase de descenso y, al mismo tiempo, una sombra de su antiguo yo. Puede vivir en el tiempo del mundo de arriba, pero la obra de la transformación se produce en el mundo subterráneo y ella puede vivir en los dos como La Que Sabe. Todo eso se hace para que ella aprenda y abra el camino que conduce al verdadero yo salvaje.
Para ahondar en el significado del material de la Doncella Manca, he aquí unas cuantas preguntas que ayudarán a las mujeres a comprender sus viajes al mundo subterráneo. Las preguntas están formuladas de tal manera que se pueden contestar tanto individual como colectivamente. La formulación de preguntas crea una luminosa red que se teje cuando las mujeres hablan entre sí, arrojan esta red a su mente colectiva y la sacan llena de relucientes, inertes, estranguladas, fluctuantes y anhelantes formas de sus vidas interiores de mujeres para que todo el mundo las vea y pueda trabajar con ellas.
Cuando se contesta a una pregunta, siguen otras y, para aprender más, respondemos también a las siguientes. He aquí algunas de las preguntas: ¿Cómo se puede vivir diaria y simultáneamente en el mundo exterior y en el subterráneo? ¿Qué hay que hacer para descender al mundo subterráneo por la propia cuenta? ¿Qué circunstancias de la vida ayudan a la mujer a efectuar el descenso? ¿Podemos elegir entre bajar o quedarnos arriba? ¿Qué ayuda espontánea hemos recibido de la naturaleza instintiva durante este período?
Cuando las mujeres (o los hombres) se encuentran en este estado de doble ciudadanía, a veces cometen el error de pensar que lo mejor que se puede hacer es apartarse del mundo exterior con las ineludibles obligaciones y tareas que éste nos impone y que tanta irritación nos causan. Sin embargo, éste no es el mejor camino, pues en tales circunstancias el mundo exterior es la única cuerda atada al tobillo de la mujer que anda sin rumbo y trabaja colgada boca abajo en el mundo subterráneo. Se trata de un período extremadamente importante en el que lo del mundo exterior tiene que desempeñar el papel que le corresponde, creando una tensión y un equilibrio "de otro mundo" que nos ayuden a alcanzar un final positivo.
Por eso vagamos sin rumbo por el camino, preguntándonos -más bien musitando para nuestros adentros, si hemos de ser sinceras- "¿Soy de este mundo o del otro?", y contestando "Soy de los dos". Y pensamos en ello mientras proseguimos nuestra marcha. Una mujer que se encuentra en semejante proceso tiene que pertenecer a ambos mundos. Precisamente el hecho de vagar sin rumbo de esta manera es lo que nos ayuda a vencer los últimos vestigios de resistencia y arrogancia y a acallar las últimas objeciones que pudiéramos poner, pues este tipo de vagabundeo resulta agotador. Pero, al mismo tiempo, este tipo de cansancio nos induce a abandonar finalmente los temores y ambiciones del ego y a aceptar lo que viene. Gracias a ello, nuestra comprensión del período que hemos pasado en las selvas subterráneas será profunda y total.
En el cuento, la segunda pera se inclina para alimentar a la doncella y, puesto que el rey es el hijo de la vieja Madre Salvaje y el vergel le pertenece a ella, la joven está saboreando, en realidad, los frutos de los secretos de la vida y la muerte. Puesto que el fruto es una imagen primordial de los ciclos del florecimiento, el desarrollo, la maduración y el declive, el hecho de comerlo inserta en la iniciada un reloj o cronómetro psíquico que conoce las pautas de la Vida/Muerte/Vida y que, a partir de este instante, suena cuando llega el momento de que muera una cosa e inmediatamente centra su atención en el nacimiento de otra.
¿Cómo encontramos la pera? Sumergiéndonos en los misterios de lo femenino, en los ciclos de la tierra, los insectos, los animales, los pájaros, los árboles, las flores, las estaciones, el fluir de los ríos y los niveles de sus aguas, en el pelaje de los animales, más o menos tupido según las estaciones, en los ciclos de la opacidad y la transparencia de nuestros procesos de individuación y en nuestros ciclos de necesidad y disminución de la sexualidad, en la religión, el ascenso y el descenso.
Comer la pera significa alimentar nuestra profunda hambre de escribir, pintar, esculpir, tejer, soltar nuestro discurso, defender algo, exponer esperanzas, ideas y creaciones que jamás se hayan visto en este mundo. Resulta extremadamente nutritivo volver a integrar en nuestra vida moderna todas las pautas y principios de sensibilidad innata y todos los ciclos que ahora enriquecen nuestra vida.
Ésta es la verdadera naturaleza del árbol psíquico: crece, se nos ofrece, lo usamos, deja semillas de nuevas cosas, nos ama. Tal es el misterio de la Vida/Muerte/Vida. Es una antigua e inquebrantable pauta anterior al agua y la luz. Sabemos que, una vez que se aprenden los ciclos y sus representaciones simbólicas, ya sean éstas la pera, el árbol, el vergel, las fases y períodos de la vida de la mujer, éstos se repiten una y otra vez y siempre de la misma manera. La pauta es la siguiente: En todo este morir hay una inutilidad que, cuando buscamos nuestro camino, se transforma en utilidad. La sabiduría que adquirimos se manifiesta a medida que proseguimos nuestro avance. En todo lo que vive, la pérdida lleva consigo una ganancia. Nuestra tarea es interpretar este ciclo de la Vida/Muerte/Vida, vivirlo con todo el entusiasmo que podamos, aullar como un perro enloquecido cuando ello no sea posible y seguir adelante, pues, al final de nuestro camino, se encuentra la amorosa familia subterránea de la psique que nos acogerá en sus brazos y nos prestará su ayuda.
El rey ayuda a la doncella a vivir mejor en el mundo subterráneo de su tarea. Y es bueno que así sea, pues a veces durante el descenso la mujer se siente no tanto una neófita cuanto un pobre monstruo que se ha escapado involuntariamente del laboratorio del médico loco. Pero desde su privilegiado punto de observación las figuras del mundo subterráneo nos ven como una hermosa forma de vida que trata por todos los medios de seguir adelante. Desde el punto de vista del mundo subterráneo somos una vigorosa llama que golpea contra un cristal oscuro con el propósito de romperlo y alcanzar la libertad. Y todas las fuerzas de nuestro hogar subterráneo corren a nuestro encuentro para sostenernos.
En los relatos antiguos el propósito del descenso de la mujer al mundo subterráneo era el de casarse con el rey (en algunos ritos no había ningún rey y la neófita se casaba probablemente con alguna representación de la Mujer Salvaje del mundo subterráneo) y en este cuento vemos un vestigio de este hecho cuando el rey ve a la doncella y se enamora inmediatamente de ella sin la menor vacilación. La reconoce como suya no a pesar de su carencia de manos y del lamentable estado salvaje en que se encuentra sino precisamente por eso. El tema del profundo desvalimiento en el que la mujer se siente no obstante tan apoyada sigue desarrollándose. Aunque vaguemos sin rumbo, sucias, abandonadas, mancas y medio ciegas, una gran fuerza del Yo nos ama y nos estrecha apretadamente contra su pecho.
Las mujeres que se encuentran en tal estado experimentan a menudo una gran emoción, la misma que experimenta una mujer que encuentra finalmente a un compañero que es justo lo que ella soñaba. Es un momento extraño, un momento paradójico, pues estarnos sobre la tierra y, al mismo tiempo, debajo de ella. Vagamos sin rumbo pero somos amadas. No somos ricas pero nos dan de comer. En términos junguianos dicho estado se denomina la "tensión de los contrarios", en la que algo de cada polo de la psique se multiplica en determinado momento y crea un nuevo territorio. En la psicología freudiana es una "bifurcación", en la que la disposición o actitud esencial de la psique se divide en dos polaridades: blanco y negro, bueno y malo. Entre las cuentistas de mi cultura, este estado se llama nacer dos veces. Es el momento en que se produce un segundo nacimiento a través de una fuente mágica, después del cual el alma se proclama heredera de dos estirpes, una perteneciente al mundo físico y otra al mundo invisible.
El rey dice que la protegerá y la amará. Ahora la psique ya ha alcanzado un mayor grado de conciencia; habrá un matrimonio muy interesante entre el rey vivo de la tierra de los muertos y la mujer manca de la tierra de los vivos. Un matrimonio entre dos seres tan dispares pondría a dura prueba un profundo amor entre dos personas, ¿verdad? Pero este matrimonio guarda relación con todos los picarescos matrimonios de los cuentos de hadas en los que se unen dos vidas muy fuertes pero extremadamente distintas. La cenicienta y el príncipe, la mujer y el oso, la joven y la luna, la doncella foca y el pescador, la doncella del desierto y el coyote. El alma absorbe la sabiduría de cada parte. Eso es lo que significa nacer dos veces.
Tanto en las bodas de los cuentos de hadas como en las del mundo de arriba, el gran amor y la unión entre dos seres distintos puede durar eternamente o sólo hasta que se completa la lección. En la alquimia el matrimonio entre los contrarios significa que muy pronto habrá una muerte y un nacimiento, tal como veremos más adelante en este cuento.
El rey ordena que le hagan a la doncella unas manos espirituales que actuarán en su nombre en el mundo subterráneo. Al llegar a esta fase la mujer adquiere la destreza necesaria para hacer el viaje; su sumisión a él es total, ha recuperado el sentido de la orientación y también la destreza manual. La destreza manual en el mundo subterráneo se adquiere llamando, dirigiendo, consolando y recurriendo a los poderes de este mundo, pero también rechazando los aspectos negativos como la somnolencia y otros parecidos. Si el símbolo de la mano en el mundo de arriba lleva un radar sensorial, la mano simbólica en el mundo subterráneo puede ver en la oscuridad y a través del tiempo.
La idea de sustituir las partes perdidas con extremidades de Plata, oro o madera tiene una larguísima tradición de muchos siglos. En los cuentos de hadas de Europa y de las regiones circumpolares, la orfebrería es el arte de los homunculi, los duendes, los dvergar, los espíritus domésticos, los trasgos y los elfos, que, traducidos en términos psicológicos, son los aspectos elementales del espíritu que habitan en lo más profundo de la psique y extraen de ella valiosas ideas. Todas estas criaturas son unos pequeños psicopompos, es decir, unos mensajeros intermediarios entre la fuerza del alma y los seres humanos. Desde tiempos inmemoriales, los objetos fabricados con metales preciosos se asocian con esos industriosos y a menudo malhumorados huroneros. Es un ejemplo más de la actuación de la psique en nuestro nombre, aunque nosotras no estemos constantemente presentes en los distintos talleres.
Como en todas las cosas del espíritu, las manos de plata están cargadas de historia y misterio. Existen numerosos mitos y cuentos en los que se describe el origen de las mágicas prótesis y se revela quién las formó, quién hizo los moldes, quién las transportó, hizo el vaciado, las dejó enfriar, las pulió y las acopló. En la Grecia clásica, la plata es uno de los metales preciosos de la fragua de Hefesto. Como la doncella, el dios Hefesto fue mutilado en unas circunstancias dramáticas relacionadas con sus progenitores. Es probable que Hefesto y el rey del cuento sean figuras intercambiables. Hefesto y la doncella de las manos de plata son hermanos arquetípicos; ambos tienen unos padres que no comprenden su valor. Cuando nació Hefesto, su padre Zeus exigió que fuera cedido en adopción y su madre Hera accedió a hacerlo, por lo menos hasta que el niño creciera. Después lo devolvió al Olimpo. El joven se había convertido en un platero y orfebre de asombrosa habilidad. Se produjo una discusión entre Zeus y Hera, pues Zeus estaba celoso de su hijo. Hefesto se puso del lado de su madre en la discusión y Zeus arrojó al muchacho al pie del monte, destrozándole las piernas.
El lisiado Hefesto no se dio por vencido y se negó a morir. Encendió la hoguera más grande que jamás hubiera habido en su fragua y se hizo unas piernas de plata y oro de rodillas para abajo. Forjó toda suerte de objetos mágicos y se convirtió en el dios del amor y de la restauración mística. Se podría decir que es el patrón de los objetos y las personas que se desmembran, se rompen, se quiebran, se agrietan, se desportillan y se deforman. Muestra un especial afecto por los que nacen tullidos y por aquellos cuyos corazones o sueños están rotos.
A todos les aplica los remedios que forja en su prodigiosa fragua, reparando, por ejemplo, un corazón con venas de oro puro, fortaleciendo una extremidad lisiada con un revestimiento de plata y otorgándole la mágica capacidad de suplir las deficiencias provocadas por la lesión.
No es una simple casualidad que los tuertos, los cojos, los mancos y todos aquellos que sufren alguna deficiencia física hayan sido apreciados a lo largo del tiempo por su sabiduría especial. Su lesión o deficiencia los obliga a una edad muy temprana a entrar en ciertas partes de la psique normalmente reservadas a los muy ancianos. Y todos ellos se encuentran bajo la amorosa protección de Hefesto, el artesano de la psique. Una vez creó doce doncellas que podían caminar, hablar y conversar y cuyas extremidades eran de oro y plata. Cuenta la leyenda que se enamoró de una de ellas y pidió a los dioses que la convirtieran en un ser humano, pero ésa ya es otra historia.
Recibir unas manos de plata es adquirir las habilidades de las manos espirituales, el toque curativo, la capacidad de ver en la oscuridad y la posesión de una poderosa sabiduría a través de la percepción física. Estas manos encierran en sí toda una médica psíquica, con la que alimentan, remedian y sostienen. Al llegar a esta fase la doncella ya ha adquirido el toque de la curandera herida. Las manos psíquicas le permitirán captar mejor los misterios del mundo subterráneo, pero serán conservadas como un regalo cuando ella finalice su tarea y ascienda de nuevo al mundo de arriba.
En esta fase del descenso suelen producirse unos misteriosos, extraños y curativos actos que no dependen de la voluntad del ego y son el resultado de las manos espirituales, es decir, de un místico vigor curativo. En tiempos antiguos, estas aptitudes místicas correspondían a las ancianas de las aldeas, pero éstas no las adquirían en el momento en que les salían las primeras canas; las iban acumulando a lo largo de muchos años de duro esfuerzo y resistencia. Y en eso estamos también nosotras.
Se podría decir que las manos de plata representan la coronación de la doncella en un nuevo papel. Pero no se trata de la coronación de su cabeza sino del acoplamiento de unas manos de plata a los muñones de sus brazos. Ésta es su coronación como reina del mundo subterráneo. Para aplicar ahora un poco más de paleomitología, recordemos que en la mitología griega Perséfone no sólo era la hija de su madre sino también la reina de la tierra de los muertos.
En otros relatos menos conocidos acerca de ella, Perséfone sufre distintos tormentos como, por ejemplo, permanecer colgada durante tres días del Árbol del Mundo con el fin de redimir las almas que no han sufrido lo bastante como para que sus espíritus adquieran más profundidad. El eco de este Cristo/Crista es perceptible en "La doncella manca". El paralelismo se intensifica si tenemos en cuenta que el significado de los Campos Elíseos, la morada de Perséfone en el mundo subterráneo, es "el país de las manzanas" -alisier es la denominación pre-gala de sorb, manzana- y que la artúrica Avalon también significa lo mismo. La doncella manca está directamente asociada con el manzano en flor.
Se trata de una antigua criptología. Cuando aprendemos a descifrarla, vemos que Perséfone la del país de las manzanas, la doncella manca y el manzano en flor son el mismo habitante de las tierras salvajes. Vemos en ellos que los cuentos de hadas y los mitos nos han dejado un mapa muy claro de los conocimientos y las prácticas del pasado y de nuestra manera de proceder en el presente.
Ahora, al final de la cuarta fatiga de la doncella manca, podríamos decir que el descenso de la doncella ya se ha completado, pues ésta ha sido nombrada reina de la vida y la muerte. Es la mujer lunar que sabe lo que ocurre durante la noche y hasta el sol tiene que pasar por delante de ella en el mundo subterráneo para poder renovarse con vistas al nuevo día. Pero eso todavía no es la lysis, la conclusión. Sólo estamos en el punto central de la transformación, un lugar en el que se nos sostiene amorosamente, pero listas para sumergirnos lentamente en otro abismo. Por consiguiente, tenemos que seguir.