domingo, 6 de noviembre de 2011

el tormento del alma





La quinta fase: El tormento del alma

El rey se va a la guerra a un reino lejano, le pide a su madre que cuide de la joven reina y que le envíe un mensaje en caso de que su esposa tenga un hijo. La joven reina da a luz a una preciosa criatura y envía el venturoso mensaje. Pero el mensajero se queda dormido junto al río, aparece el demonio y cambia el mensaje por otro que dice "La reina ha dado a luz un hijo que es medio perro".
Horrorizado, el rey envía, sin embargo, un mensaje de respuesta, pidiendo que se ame a la reina y se la atienda en aquella amarga hora. El mensajero vuelve a quedarse dormido junto al río, aparece otra vez el demonio y cambia el mensaje por otro que dice "Matad a la reina y a su hijo". La anciana madre, aterrorizada ante aquella petición, envía a otro mensajero para confirmarla y el mensajero va y viene, quedándose cada vez dormido junto al río. Los mensajes cambiados por el demonio son cada vez más horrendos. El último de ellos dice "Conservad la lengua y los ojos de la reina como prueba de que ha muerto".
La madre del rey se niega a matar a la dulce y joven reina. En su lugar, sacrifica una paloma y guarda los ojos y la lengua. Después ayuda a la joven reina a atarse la criatura al pecho y, cubriéndola con un velo, le dice que huya para salvar la vida. Ambas mujeres se echan a llorar y se despiden con un beso.
Como Barba Azul, Jasón, el famoso héroe del vellocino de oro, el hidalgo de "La Llorona" y los esposos/amantes de los cuentos de hadas y la mitología, el rey se casa y se va a tierras lejanas. ¿Por qué estos míticos esposos se alejan después de la noche de bodas? El motivo es distinto en cada relato, pero el hecho psíquico esencial es el mismo. La regia energía de la psique disminuye y retrocede para que pueda producirse la siguiente fase del proceso de la mujer: la puesta a prueba de su recién encontrada posición psíquica. En el caso del rey, éste no la ha abandonado, pues su madre la cuida en su ausencia.
El siguiente paso es la formación de la relación de la doncella con la anciana Madre Salvaje y el alumbramiento. Aquí se pone a prueba el vínculo amoroso entre la doncella y el rey y entre la doncella y la anciana madre. Uno de los vínculos es el del amor entre polos opuestos y el otro es el del amor del profundo Yo femenino.
La partida del rey es un leitmotiv universal de los cuentos de hadas. Cuando experimentamos no una retirada del apoyo sino una disminución de la cercanía de dicho apoyo, podemos tener la certeza de que está a punto de empezar un período de prueba en el que tendremos que alimentarnos exclusivamente con la memoria del alma hasta que se produzca el regreso del amado. En tales circunstancias, nuestros sueños nocturnos, sobre todo los más sorprendentes y penetrantes, serán el único amor que tendremos durante algún tiempo.
He aquí algunos de los sueños que, a juicio de las mujeres, las ayudaron enormemente durante esta fase.
Una simpática y dinámica mujer de mediana edad soñó que veía en el cieno de la tierra un par de labios y que, al sentarse ella en el suelo, aquellos labios le hablaban en susurros y después la besaban inesperadamente en la mejilla.
Otra mujer que trabajaba con ahínco tuvo un sueño engañosamente sencillo: se pasaba toda una noche durmiendo como un tronco. Al despertar de aquel sueño, se sintió totalmente descansada y en todo su cuerpo no había ni un solo músculo, nervio o célula fuera de su sitio.
Otra mujer soñó que la operaban a corazón abierto y que la sala de quirófano carecía de techo, por lo que la luz que la iluminaba era la del sol. Sintió que la luz del sol le acariciaba el corazón y oyó decir al cirujano que la operación ya no era necesaria.
Esta clase de sueños son experiencias de la naturaleza salvaje femenina y de Aquella que lo ilumina todo. Emocional y a menudo físicamente profundos, son unos estados parecidos a unas reservas ocultas de alimento, a las que podernos recurrir cuando escasea el sustento espiritual.
Mientras el rey se aleja en pos de su aventura, su aportación psíquica al descenso de la doncella se mantiene inalterada gracias al amor y el recuerdo. La doncella comprende que el regio principio del mundo subterráneo tiene un compromiso con ella y no la dejará abandonada, tal como le prometió antes de casarse, Al llegar a esta fase la mujer suele estar "llena de su Yo". Está embarazada, lo cual significa que está llena de una naciente idea acerca de lo que será su vida, siempre y cuando no interrumpa su tarea. Es un período mágico y desalentador tal como tendremos ocasión de ver, pues se trata de un ciclo de descensos, en el que siempre hay otro a la vuelta de la esquina.
A causa de este estallido de nueva vida, la existencia de la mujer sufre un nuevo tropiezo cerca del borde y la mujer vuelve a lanzarse al abismo. Pero esta vez el amor de lo masculino interior y el viejo Yo salvaje la sostienen como jamás la habían sostenido anteriormente.
La unión del rey y la reina del mundo subterráneo produce una criatura. Una criatura creada en el mundo subterráneo es mágica y tiene todo el potencial que se suele asociar con el mundo subterráneo, como, por ejemplo, un oído muy fino y una innata sensibilidad, pero aquí está en su fase de anlage o de "aquello que será". Aquí es cuando a las mujeres que están realizando el viaje se les ocurren sorprendentes ideas que algunos podrían calificar de grandiosas, pues son el resultado de unos ojos nuevos y juveniles y de unas nuevas expectativas. Entre las muy jóvenes podría ser algo tan sencillo como descubrir nuevos intereses y nuevas amistades. En el caso de mujeres más maduras puede ser toda una tragicómica epifanía de divorcio, recuperación y posterior existencia feliz hecha a la medida.
La criatura espiritual induce a las mujeres sedentarias a practicar el alpinismo en los Alpes a los cuarenta y cinco años. La criatura espiritual induce a una mujer obsesionada con la cera de abrillantar los suelos a matricularse en la universidad. La criatura espiritual hace que las mujeres que pierden el tiempo con tareas seguras se echen al camino con la espalda inclinada bajo el peso de sus mochilas.
El alumbramiento psíquico equivale a convertirse en una misma, es decir, a ser una psique indivisa. Antes del nacimiento de esta nueva vida en el mundo subterráneo, es muy probable que una mujer piense que todas las partes y personalidades de su interior son algo así como un batiburrillo de vagabundos que entran y salen de su vida. En el alumbramiento del mundo subterráneo, una mujer aprende que todo lo que la roza forma parte de ella. A veces cuesta llevar a cabo esta diferenciación de todos los aspectos de la psique, sobre todo cuando las tendencias y los impulsos nos repelen. El reto de amar los aspectos poco atractivos de nuestra personalidad constituye una empresa tan ardua como la más difícil que pueda haber llevado a cabo cualquier heroína.
A veces tememos que el hecho de identificar más de un yo en el interior de la psique pueda significar que somos unas enfermas psíquicas. Si bien es cierto que las personas que padecen trastornos psíquicos experimentan también la existencia de varios yos y se identifican con ellos o los rechazan violentamente, la persona que no padece ningún trastorno mantiene los yos interiores de manera ordenada y racional, los utiliza con provecho y le sirven para crecer y prosperar. En casi todas las mujeres, el hecho de cuidar y criar maternalmente sus yos interiores es una tarea creativa, una forma de conocimiento, no un motivo de inquietud.
Así pues, la doncella manca espera el nacimiento de un hijo, un nuevo y pequeño yo salvaje. El cuerpo en estado de buena esperanza hace lo que quiere y sabe hacer. La nueva vida ata, separa y dilata. La mujer que se encuentra en esta fase del proceso psíquico puede entrar en otra enantiodromia, el estado psíquico en el que todo lo que antes se consideraba valioso ya no lo es tanto e incluso puede ser sustituido por nuevos y exagerados anhelos de espectáculos, experiencias y empresas extrañas e insólitas.
Por ejemplo, para algunas mujeres el hecho de casarse lo era todo. En cambio, cuando se produce una enantiodromia quieren ser libres: el matrimonio es perjudicial, es una bobada, una basura y una pura scheisse, una mierda. Sustituye la palabra "matrimonio" por amante, trabajo, cuerpo, arte, vida y opciones y comprenderás la exacta actitud mental propia de este período.
Y después están los anhelos. Una mujer puede ansiar estar cerca del agua o tenderse boca abajo con el rostro en contacto con la tierra, aspirando el olor salvaje. Quizá le apetezca correr de cara al viento o plantar algo, arrancar alguna hierba, arrancar cosas del suelo o plantarlas.
Puede ansiar hacer una caminata por las colinas, saltar de roca en roca escuchando el eco de su voz contra la montaña. Puede necesitar muchas horas de noches estrelladas en las que las estrellas son como unos polvos faciales esparcidos sobre un negro pavimento de mármol. Puede experimentar la sensación de que se va a morir si no baila desnuda en medio de una tormenta, si no permanece sentada en absoluto silencio, si no regresa a casa manchada de tinta, manchada de pintura, manchada de lágrimas o manchada de luna.
Un nuevo yo está en camino. Nuestra vida interior tal y como la hemos conocido hasta ahora está a punto de cambiar. Aunque eso no significa que tengamos que arrojar por la borda los aspectos honrados y, sobre todo, los apoyos en una especie de enloquecida limpieza del hogar, sí quiere decir que, durante el descenso, el mundo y los ideales de arriba palidecen y durante algún tiempo nos sentimos inquietas e insatisfechas, pues la satisfacción está a punto de nacer en la realidad interior.
Eso que ansiamos tener jamás nos lo podrá dar un compañero, un trabajo, el dinero, un nuevo esto o aquello. Lo que ansiamos tener pertenece a otro mundo, el mundo que sostiene nuestra vida de mujeres. Y este Yo-hijo que estamos esperando sólo puede nacer por este medio: a través de la espera. A medida que transcurre el tiempo de nuestra vida y de nuestra tarea en el mundo subterráneo, el hijo crece y nace. En la mayoría de los casos, los sueños nocturnos de la mujer presagian el nacimiento; las mujeres sueñan literalmente con un nuevo hijo, un nuevo hogar, una nueva vida.
Ahora la madre del rey y la joven reina están juntas. La madre del rey es -¿a que no lo adivinas?- la vieja La Que Sabe. Conoce todo el proceso. La reina madre es, en el inconciente femenino, el símbolo tanto de los cuidados maternales al estilo de Deméter como de las actitudes de vieja bruja al estilo de Hécate.
Esta alquimia femenina de la doncella, la madre y la curandera se repite como un eco en la relación entre la doncella manca y la madre del rey. Ambas son una ecuación psíquica similar. Aunque en este cuento la madre del rey resulta un poco esquemática, tal como lo era la doncella al principio del cuento con su rito de la túnica blanca y el círculo de tiza, la anciana madre conoce también sus antiguos ritos tal como veremos más adelante.
En cuanto nace el Yo-hijo, la anciana reina madre envía un mensaje anunciando al rey el nacimiento de la criatura de la reina. El mensajero parece normal, pero, al acercarse al río, le empieza a entrar sueño, se queda dormido y sale el demonio. Esta clave nos indica que habrá otro reto para la psique durante su siguiente fatiga en el mundo subterráneo.
En la mitología griega, hay un río subterráneo llamado Lete cuyas aguas hacen que la persona olvide todas las cosas que ha dicho o hecho. Psicológicamente eso significa quedarse dormida en el estado presente. El mensajero que tendría que representar la comunicación entre estos dos principales componentes de la nueva psique aún no posee la energía necesaria para enfrentarse con la fuerza destructiva/seductora de la psique. A la función de comunicación de la psique le entra sueño, se tiende en el suelo, se queda dormida y se olvida de todo.
Adivina quién está constantemente al acecho. Pues el viejo perseguidor de doncellas, el famélico demonio. La palabra "demonio" que aparece en el cuento nos indica que éste ha sido recubierto con un material religioso más reciente. En el cuento, el mensajero, el río y el sueño que provoca el olvido nos revelan que la antigua religión está justo debajo del argumento del cuento, justo en la siguiente capa.
Esta ha sido la pauta arquetípica del descenso desde tiempos inmemoriales y nosotras seguimos también el mismo y eterno ciclo. También tenemos a nuestra espalda toda una historia de terribles tareas. Hemos visto el vapor del aliento de la Muerte. Hemos superado los bosques que nos asfixian, los árboles que caminan, las raíces que nos hacen tropezar, la niebla que ciega nuestros ojos. Somos unas heroínas psíquicas con una maleta llena de medallas. ¿Quién nos puede hacer ahora un reproche? Queremos descansar. Nos merecemos un descanso porque hemos superado unas pruebas muy duras. Por consiguiente, nos tendemos. junto a un ameno río. No nos hemos olvidado del sagrado proceso, pero... bueno, nos gustaría hacer una pausa, sólo un momento, ¿ sabes?, lo justo para cerrar los ojos unos minutos...
Pero, antes de que podamos darnos cuenta, el demonio salta a gatas y cambia el mensaje que transmitía amor y jubilosa celebración por otro cuya intención es provocar repugnancia. El demonio representa la irritación de la psique que se burla de nosotras diciendo: "¿Has vuelto a tu antigua inocencia e ingenuidad ahora que tanto te quieren? ¿Ahora que has dado a luz? ¿Crees que ya han terminado todas las pruebas, mujer insensata?"
Y, como estamos cerca del Lete, nos quedamos dormidas y seguimos roncando. Éste es el error que cometen todas las mujeres, no una vez sino muchas. Olvidamos acordarnos del demonio. El mensaje cambia del triunfal "La reina ha dado a luz un precioso hijo" al falso "La reina ha dado a luz un medio perro". En una versión similar del cuento, el mensaje cambiado es todavía más explícito: "La reina ha dado a luz un medio perro, pues se acostó con las bestias del bosque."
La imagen del medio perro del cuento no es accidental sino un espléndido vestigio de las antiguas religiones centradas en las figuras de las diosas que florecieron en Europa y toda Asia. En aquellos tiempos los pueblos adoraban a una diosa tricéfala. Las diosas tricéfalas están representadas en las distintas religiones por Hécate, la Baba Yagá, la Madre Holle, Berchta, Artemisa y otras. Cada una de ellas se representaba como estos animales o estaban estrechamente relacionadas con ellos.
En las religiones más antiguas, estas y otras poderosas y salvajes divinidades femeninas presidían las tradicionales ceremonias de iniciación femenina y enseñaban a las mujeres todas las fases de la vida femenina, desde la doncellez a la maternidad y a la vejez. El hecho de dar a luz un medio perro es una sesgada degradación de las antiguas diosas salvajes cuya naturaleza instintiva se consideraba sagrada. La nueva religión trató de contaminar los sagrados significados de las diosas tricéfalas señalando que estas divinidades yacían con animales y animaban a sus fieles a hacer lo mismo.
Fue entonces cuando el arquetipo de la Mujer Salvaje se empujó hacia abajo y se enterró a gran profundidad y las actitudes salvajes de las mujeres no sólo empezaron a menguar sino que éstas se vieron obligadas a hablar de ellas en voz baja y en lugares ocultos. En muchos casos, las mujeres que amaban a la vieja Madre Salvaje tuvieron que proteger cuidadosamente su vida. Al final, la sabiduría sólo les vino a través de los cuentos de hadas, el folclore, los estados hipnóticos y los sueños nocturnos. Menos mal y gracias sean dadas a Dios.
Mientras que en "Barba Azul" vimos que el depredador natural era el que apartaba a las mujeres de sus ideas, sentimientos y acciones, aquí en "La doncella manca" se nos ofrece un aspecto del depredador mucho más sutil pero inmensamente poderoso con el que no sólo tenemos que enfrentarnos en nuestra psique sino también y cada vez en mayor medida en nuestra actividad cotidiana exterior.
"La doncella manca" muestra la habilidad del depredador para torcer las percepciones humanas y la vital comprensión que necesitamos a fin de desarrollar la dignidad moral, la perspectiva visionaria y la acción apropiada en nuestra vida y en el mundo. En "Barba Azul" el depredador no deja vivir a nadie. En "La doncella manca" el demonio permite vivir pero impide la reconexión de la mujer con la profunda sabiduría de la naturaleza instintiva que encierra una corrección automática de la percepción y la acción.
Por consiguiente, cuando el demonio cambia el mensaje del cuento, el hecho se puede considerar en cierto sentido un acontecimiento histórico efectivo de especial importancia para la tarea psíquica del descenso y de la conciencia que tienen que llevar a cabo las mujeres modernas. Curiosamente, muchos aspectos de la cultura (es decir, del sistema de creencias colectivo y dominante de un grupo de personas que viven lo bastante cerca las unas de las otras como para poder influirse mutuamente) se siguen comportando como el demonio en todo lo relacionado con las tareas interiores, la vida personal y los procesos psíquicos de las mujeres. Eliminando esto, excluyendo lo otro, cortando una raíz de aquí y sellando una abertura de allí, el "demonio" de la cultura y el depredador de la psique hacen que varias generaciones de mujeres se sientan atemorizadas y, sin embargo, se atrevan a vagar sin rumbo y sin tener ni la más remota idea acerca de las causas de su desazón o acerca de su pérdida de la naturaleza salvaje que es la que se las podría revelar todas.
Si bien es cierto que el depredador manifiesta una predilección especial por las presas que están hambrientas de alma y se sienten solas o desvalidas en lo más hondo de su ser, los cuentos de hadas nos muestran que el depredador también se siente atraído por la conciencia, la regeneración, la liberación y la nueva libertad. En cuanto se entera de que hay algo de eso, se presenta de inmediato.
Muchos argumentos de cuentos tienen por protagonista al depredador, no sólo los incluidos en este libro sino también los cuentos de hadas como "Cap of Rushes" y "All Fur" o los mitos relacionados con la griega Andrómeda y la azteca Malinche. Los trucos que en ellos se utilizan son el menosprecio de los objetivos de la protagonista, el lenguaje despectivo utilizado en la descripción de la presa, los juicios temerarios, las prohibiciones y los castigos injustificados. Éstos son los medios que utiliza el depredador para cambiar los vivificadores mensajes entre el alma y el espíritu por otros mensajes letales que nos parten el corazón, nos causan vergüenza y, por encima de todo, nos impiden emprender la acción adecuada.
A nivel cultural podemos dar muchos ejemplos de cómo el depredador configura las ideas y los sentimientos para robarles la luz a las mujeres. Uno de los ejemplos más llamativos de la pérdida de la percepción natural es el de varias generaciones de mujeres cuyas madres rompieron la tradición de enseñar, preparar e introducir a sus hijas en el hecho más fundamental y físico de la esencia femenina cual es el de la menstruación. En nuestra cultura pero también en muchas otras, el demonio cambió el mensaje de tal manera que la primera sangre y todos los sucesivos ciclos de sangre se rodearon de humillación y no de admirado asombro tal como hubiera tenido que ser. Ello dio lugar a que millones de jóvenes perdieran su herencia del cuerpo prodigioso y, en su lugar, temieran morir, estar enfermas o ser castigadas por Dios. La cultura y los individuos de la cultura aceptaron el mensaje tergiversado del demonio sin examinarlo y lo transmitieron a bombo y platillo, convirtiendo el período del incremento de las sensaciones emocionales y sexuales de las mujeres en un período de vergüenza y castigo.
Tal como vemos en el cuento, cuando el depredador invade una cultura, ya sea ésta la psique o bien una sociedad, los distintos aspectos o individuos de esta cultura tienen que echar mano de toda su perspicacia para leer entre líneas y permanecer en su sitio sin dejarse arrastrar por las indignantes pero atrayentes afirmaciones del depredador.
Cuando hay demasiado depredador y demasiado poca alma salvaje, las estructuras económicas, sociales, emocionales y religiosas de la cultura empiezan a deformar gradualmente los recursos más espirituales tanto de la persona como del mundo exterior. Los ciclos naturales se asfixian y se convierten en formas artificiales, se desgarran con usos imprudentes o se matan. Se desprecia el valor de lo salvaje y lo visionario y se hacen siniestras conjeturas acerca del peligro que representa la naturaleza salvaje. Los medios y métodos destructivos, despojados de bondad y significado, llegan a adquirir una categoría superior.
Sin embargo, por mucho que el demonio mienta y trate de cambiar los hermosos mensajes acerca de la verdadera vida de la mujer por otros más mezquinos, celosos y agostadores, la madre del rey comprende lo que ocurre y se niega a sacrificar a su hija. En términos modernos, no amordazaría a su hija, no le aconsejaría callar su verdad, no la animaría a fingir ser menos de lo que es para poder manipularla más. Esta figura de la madre salvaje del mundo subterráneo corre el riesgo de sufrir un castigo por seguir el que ella sabe que es el camino más prudente. Gana en astucia al depredador en lugar de conchabarse con él. No se da por vencida. Sabe lo que es integral, sabe lo que ayudará a una mujer a prosperar, identifica a un depredador al vuelo y sabe lo que hay que hacer al respecto. Aunque nos sintamos presionadas por los más deformados mensajes culturales o psíquicos, aunque un depredador ande suelto en la cultura o en la psique personal, todas podemos oír las instrucciones salvajes iniciales y seguirlas.
Eso es lo que aprenden las mujeres cuando excavan en la naturaleza salvaje e instintiva, cuando se entregan a la tarea de la profunda iniciación y el desarrollo de la conciencia. Siguen un cursillo acelerado por medio del desarrollo de la vista, el oído, el ser y el hacer ininterrumpidos. Las mujeres aprenden a buscar al depredador en lugar de intentar alejarlo, dejarlo de lado o ser amables con él. Aprenden los trucos, los disfraces y los medios que se inventa el depredador. Aprenden a "leer entre líneas" en los mensajes, las invitaciones, las expectativas o las costumbres nacidas de la manipulación de la verdad. Entonces, tanto si el depredador emana del propio medio psíquico como si procede de la cultura exterior, actuamos con astucia, podemos enfrentarnos cara a cara con él y hacer lo que se tiene que hacer.
El demonio del cuento simboliza cualquier cosa capaz de corromper la comprensión de los profundos procesos femeninos. No hace falta un Torquemada para perseguir las almas de las mujeres. También se las puede perseguir con la buena voluntad de unos medios nuevos pero antinaturales que, cuando se llevan hasta sus últimas consecuencias, privan a la mujer de su nutritiva naturaleza salvaje y de su capacidad de crear alma. Una mujer no tiene por qué vivir como si hubiera nacido en el año 1000 a.d.C. Pese a ello, la antigua sabiduría es una sabiduría universal, unos conocimientos eternos y perdurables que serán tan válidos dentro de cinco mil años como lo son hoy en día y como lo eran hace cinco mil años. Es la sabiduría arquetípica y, como tal, es eterna. Pero conviene recordar que el depredador también es eterno.
En otro sentido completamente distinto, el que cambia los mensajes, siendo una fuerza innata y contraria del interior de la psique o del mundo exterior, se opone naturalmente al nuevo Yo-hijo. Pero, paradójicamente, puesto que tenemos que reaccionar para combatirlo o contrapesarlo, la sola batalla nos confiere una fuerza extraordinaria. En nuestra tarea psíquica personal, recibimos constantemente mensajes tergiversados del demonio: "Soy buena; no soy tan buena. Mi trabajo es muy profundo; mi trabajo es una tontería. Estoy progresando; no voy a ninguna parte. Soy valiente; soy cobarde. Soy lista; debería darme vergüenza." Son cuando menos mensajes desconcertantes.
Así pues, la madre del rey sacrifica una paloma en lugar de matar a la joven reina. En la psique, como en toda la cultura en general, se registra una extraña rareza psíquica. El demonio no sólo se presenta cuando las personas están hambrientas o carecen de algo sino que a veces también aparece cuando se ha producido un acontecimiento de gran belleza, en este caso el nacimiento de un precioso hijo. Pero el depredador siempre se siente atraído por la luz y, ¿dónde hay más luz que en una nueva vida?
Sin embargo, hay en el interior de la psique otros hipócritas que también intentan menospreciar o manchar lo nuevo. En el proceso femenino de aprendizaje de lo subterráneo, está demostrado que, cuando alguien ha dado a luz algo hermoso en la psique, surge también algo desagradable aunque sólo sea por un instante, algo que está celoso, que carece de comprensión o muestra desdén. El hijo recién nacido será menospreciado, calificado de feo y condenado por uno o varios persistentes antagonistas. El nacimiento de lo nuevo da lugar a complejos, la madre negativa y el padre negativo y otras criaturas negativas que surgen de la tierra removida de la psique e intentan en el mejor de los casos criticar severamente el nuevo orden y, en el peor, desanimar a la mujer y a su nueva criatura, idea, vida o sueño.
Es el mismo argumento de los antiguos padres, Crono, Urano y también Zeus, que siempre querían devorar o desterrar a sus vástagos por temor a que éstos los desbancaran. En términos junguianos esta fuerza destructiva se llamaría "complejo", una serie organizada de sentimientos e ideas de la psique de la que el ego no es conciente, lo cual permite que consigan imponernos más o menos su dominio. En el medio psicoanalítico el antídoto es la conciencia de las propias debilidades y cualidades de tal manera que el complejo no pueda actuar por su cuenta.
En términos freudianos esta fuerza destructiva se consideraría emanada del "id", un oscuro, indefinido pero infinito territorio psíquico en el que, diseminados como desperdicios y cegados por la falta de luz, viven, olvidados y reprimidos, todos los deseos, las ideas y acciones y los impulsos repugnantes. En este medio psicoanalítico la resolución se alcanza recordando los pensamientos y los impulsos vergonzosos, haciéndolos aflorar a la conciencia, describiéndolos, nombrándolos y catalogándolos con el fin de arrancarles la fuerza.
En algunos cuentos islandeses, la mágica fuerza destructiva de la psique es a veces Brak, el hombre de hielo. En un antiguo cuento se comete un asesinato perfecto. Brak, el hombre de hielo, mata a una mujer humana que no corresponde a su amor. La mata con un témpano en forma de daga. El témpano, lo mismo que el hombre, se derrite bajo el sol del nuevo día y no queda ninguna arma con que acusar al asesino. Y tampoco queda nada del asesino.
La oscura figura del hombre de hielo del mundo de la mitología posee la misma misteriosa mística de la aparición/desaparición que envuelve los complejos de la psique humana y el mismo modus operandi que el demonio del cuento de la doncella manca. Por eso la figura del demonio resulta tan desconcertante para las mujeres en su proceso de iniciación. Como el hombre de hielo, aparece como llovido del cielo, comete el asesinato y después desaparece y se disuelve sin dejar el menor rastro.
Este cuento, sin embargo, nos ofrece una valiosa clave: si crees que has perdido tu misión o tu vitalidad, si te sientes confusa o ligeramente perdida, busca al demonio, busca al que tiende emboscadas espirituales en el interior de tu psique. Si no lo ves, no lo oyes o no logras sorprenderlo con las manos en la masa, ten por cierto que está actuando y, por encima de todo, permanece despierta por muy cansada que estés, por mucho sueño que tengas y por mucho que quieras cerrar los ojos a la verdadera tarea que tienes que cumplir.
En la realidad, cuando una mujer tiene un complejo demoníaco, eso es exactamente lo que ocurre. Va caminando, le van bien las cosas, se ocupa de sus asuntos y, de repente, izas!, aparece el demonio y todo su trabajo pierde la energía, empieza a flojear, tose, sigue tosiendo y, al final, se desploma en el suelo. Lo que podríamos denominar complejo demoníaco utiliza las voces del ego, ataca la propia creatividad, las propias ideas y los propios sueños. En el cuento, ridiculiza o minusvalora la experiencia femenina del mundo exterior y del mundo subterráneo, tratando de separar la natural conjunctio entre lo racional y lo misterioso. El demonio miente y dice que la permanencia de la mujer en el mundo subterráneo ha producido una bestia cuando, en realidad, ha producido un precioso niño.
Los distintos santos que en sus escritos afirmaban haber luchado por conservar la fe en Dios, tras haber sido tentados durante toda la noche por el demonio que les quemaba los oídos con palabras encaminadas a debilitar su determinación y que había estado a punto de arrancarles los globos oculares con horribles apariciones mientras arrastraba su alma sobre fragmentos de vidrio, se referían precisamente a este fenómeno de la súbita aparición del demonio. El propósito de esta emboscada psíquica es el de hacerte perder la fe no sólo en ti misma sino también en la cuidadosa y delicada tarea que estás llevando a cabo en el inconciente.
Hace falta una fe muy grande para seguir adelante en tales circunstancias, pero tenemos que hacerlo y lo hacemos. El rey, la reina y la madre del rey, todos los elementos de la psique, tiran en una misma dirección, en nuestra dirección, y, por consiguiente, nosotras tenemos que perseverar con ellos. En estos momentos ya estamos casi en la recta final. Sería lamentable y doloroso que ahora abandonáramos la carrera.
El rey de nuestra psique es muy valiente. No se vendrá abajo al recibir el primer golpe. No se encogerá dominado por el odio y el afán de castigo tal como espera el demonio. El rey, que tanto ama a su esposa, se espanta al recibir el mensaje cambiado, pero envía un mensaje de respuesta diciendo que cuiden de la reina y de su hijo en su ausencia. Es la prueba de nuestra certidumbre interior: ¿pueden dos fuerzas permanecer unidas aunque una de ellas se considere abominable y despreciable? ¿Puede una de ellas respaldar a la otra ocurra lo que ocurra? ¿Es posible mantener la unión aunque se siembren con denuedo las semillas de la duda? Hasta ahora, la respuesta es que sí. La prueba acerca de si podrá haber un matrimonio de amor duradero entre el mundo subterráneo salvaje y la psique terrenal se está superando espléndidamente bien.
En su camino de regreso al castillo, el mensajero vuelve a caer dormido junto al río y el demonio cambia el mensaje por otro que dice "Matad a la reina". Aquí el depredador espera que la psique se polarice y se mate ella misma, rechazando todo un aspecto de sí misma, el más trascendental, el recién despertado, el de la mujer sabia.
La madre del rey se horroriza al recibir el mensaje e intercambia con el rey varios mensajes, y en cada uno de ellos intenta aclarar lo que ha dicho el otro hasta que, al final, el demonio cambia el mensaje del rey por otro que dice "Matad a la reina y arrancadle los ojos y la lengua como prueba de que ha muerto".
Ya tenemos a una doncella manca, es decir, sin capacidad para asir las cosas de este mundo, pues el demonio ordenó que le cortaran las manos. Ahora exige otras amputaciones. Quiere que se quede sin el habla verdadera y sin la vista verdadera. A pesar de tratarse nada menos que del demonio, lo que exige nos hace dudar enormemente, pues lo que él quiere que ocurra es precisamente el regreso de las conductas que han oprimido a las mujeres desde tiempos inmemoriales. Quiere que la doncella obedezca estos mandamientos: "No veas la vida tal como es. No comprendas los ciclos de la vida y la muerte. No te esfuerces por ver realizados tus anhelos. No hables de todas estas cosas salvajes. "
La vieja Madre Salvaje, simbolizada en la madre del rey, se enoja ante la orden del demonio y dice: "Eso ya es demasiado." Y se niega a cumplirla. En el transcurso de la tarea de iniciación de las mujeres la psique dice "Eso es demasiado. No puedo ni quiero tolerarlo". Y entonces la psique, gracias a su experiencia espiritual en este proceso de iniciación en la resistencia, empieza a actuar con más astucia.
La vieja Madre Salvaje hubiera podido recogerse las faldas, mandar ensillar un tronco de caballos y ponerse en camino hasta encontrar a su hijo y preguntarle qué locura se había apoderado de él para que quisiera matar a su encantadora reina y a su hijo recién nacido, pero no lo hace. En su lugar, siguiendo la consagrada tradición, envía a la joven en proceso de iniciación a otro simbólico lugar de iniciación: los bosques. En algunos ritos, el lugar de la iniciación era una cueva o el pie de una montaña, pero en el mundo subterráneo, donde abunda el simbolismo de los árboles, suele ser un bosque.
Tratemos de comprender lo que eso significa: enviar a la doncella a otro lugar de iniciación hubiera sido lo más natural en cualquier caso, aunque el demonio no hubiera aparecido y cambiado los mensajes. En el descenso hay varios lugares de iniciación, uno detrás de otro y todos con sus lecciones y consuelos correspondientes. Se podría decir que el demonio se encarga prácticamente de que sintamos la necesidad de levantarnos y pasar al siguiente.
Recordemos que hay un período natural después del parto en el que la mujer se considera un ser del mundo subterráneo. Se la cubre con el polvo de allí abajo y se la lava con su agua tras haber penetrado en el misterio de la vida y la muerte, el dolor y la alegría, en el transcurso del alumbramiento. Por consiguiente, durante algún tiempo la mujer "no es de aquí" sino que está todavía "allí".
La doncella es como una puérpera. Se levanta de la silla de alumbramiento del mundo subterráneo en la que ha dado a luz nuevas ideas, una nueva visión del mundo. Ahora está cubierta con un velo, le da el pecho a su hijo y sigue adelante. En la versión de "La doncella manca" de los hermanos Grimm, el recién nacido es un varón y se llama Desconsolado. Pero en las religiones de las diosas el hijo espiritual nacido de la unión de la mujer con el rey del mundo subterráneo se llamaba Gozo.
Aquí aparece en el terreno otra veta de la antigua religión. Después del nacimiento del nuevo yo de la doncella, la madre del rey envía a la joven reina a otra prolongada iniciación que, tal como veremos más adelante, le enseñará los ciclos definitivos de la vida femenina.
La vieja Madre Salvaje imparte a la doncella una doble bendición: ata el hijo a su pecho rebosante de leche para que el Yo-hijo se pueda alimentar ocurra lo que ocurra. Después, siguiendo la tradición de los antiguos cultos de la diosa, la envuelve en unos velos, que son la prenda que viste la diosa cuando emprende una sagrada peregrinación y no desea que la reconozcan o la distraigan de su propósito. En muchas esculturas y muchos bajorrelieves de Grecia se muestra a la que se iniciaba en los ritos eleusinos, cubierta por unos velos a la espera de la siguiente fase de la iniciación.
¿Qué significa el símbolo del velo? Indica la diferencia entre el ocultamiento y el disfraz. Se refiere a la necesidad de ser discretas y reservadas para no revelar la propia naturaleza misteriosa, y a la necesidad de conservar el eros y el mysterium de la naturaleza salvaje.
A veces nos cuesta conservar la nueva energía vital en el interior del crisol de la transformación el tiempo suficiente para que obtengamos algún beneficio. Nos la tenemos que guardar toda para nosotras sin darla al primero que nos la pida o a cualquier inspiración repentina que tengamos, pensando que es bueno inclinar el crisol y verter el tesoro de nuestra riqueza espiritual en la boca de otras personas o directamente al suelo.
La colocación de un velo sobre algo aumenta el efecto y el sentimiento. Eso lo saben muy bien todas las mujeres. Mi abuela solía utilizar la frase "tapar el cuenco con un velo". Quería decir colocar un lienzo blanco sobre un cuenco de masa para que subiera el pan. El velo de la masa de pan y el velo de la psique sirven para lo mismo. En el alma dé las mujeres que efectúan el descenso se produce una intensa fermentación. El hecho de encontrarse detrás del velo intensifica la perspicacia mística. Por detrás del velo todos los seres humanos parecen seres brumosos, todos los acontecimientos y todos los objetos tienen el color de un amanecer o de un sueño.
En los años sesenta las mujeres se cubrían con el velo de su cabello. Se lo dejaban crecer muy largo, se lo planchaban y lo llevaban como una cortina para cubrirse el rostro, como si el mundo estuviera demasiado abierto y desnudo, como si su cabello pudiera aislar y proteger su delicado yo. En Oriente Medio hay una danza de los velos y las modernas mujeres musulmanas se siguen cubriendo con el velo. La babushka de la Europa Oriental y los rebozos que lucen en la cabeza las mujeres de Centroamérica y en Sudamérica son también vestigios del velo. Las mujeres malayas lucen habitualmente velo y lo mismo hacen las mujeres africanas.
Mientras contemplaba el mundo, empecé a compadecerme un poco de las mujeres modernas que no llevaban velo, pues el hecho de ser una mujer libre y llevar velo a voluntad es conservar el poder de la Mujer Misteriosa. La contemplación de una mujer velada es una experiencia muy profunda.
Una vez contemplé un espectáculo que me ha mantenido cautiva del hechizo del velo para siempre: mi prima Eva, preparándose para su noche de bodas. Yo, que tenía unos ocho años de edad, estaba sentada sobre su maleta con el floreado tocado infantil ya torcido, una de mis ajorcas en la pantorrilla y la otra ya tragada por el zapato. Primero se puso un largo vestido de raso blanco con cuarenta botoncitos forrados de raso en la espalda y después unos largos guantes de raso blanco con diez botones forrados de raso cada uno. A continuación, se cubrió el bello rostro y los hombros con un velo que llegaba hasta el suelo. Mi tía Teréz ahuecó el velo a su alrededor, pidiéndole a Dios en voz baja que todo le saliera bien. Mi tío Sebestyén se detuvo en el umbral boquiabierto de asombro, pues Eva ya no era un ser mortal. Era una diosa. Por detrás del velo sus ojos parecían de plata y su cabello resplandecía como si estuviera cuajado de estrellas mientras que su boca semejaba una roja flor. Se pertenecía sólo a sí misma, contenida y poderosa, inalcanzable, pero en la justa medida.
Algunos dicen que el himen es el velo. Otros afirman que el velo es la ilusión. Y nadie se equivoca. Curiosamente, aunque el velo se haya utilizado para ocultar a la concupiscencia de los demás la propia belleza, es también una de las armas de la femme fatale. Lucir un velo de determinado tipo en determinado momento ante un amante determinado y con un aspecto determinado equivale a irradiar un intenso y nebuloso erotismo capaz de cortar la respiración. En la psicología femenina el velo es un símbolo de la capacidad de las mujeres de adoptar cualquier presencia o esencia que deseen.
Hay en la mujer cubierta por un velo una sorprendente numinosidad. Su aspecto intimida hasta tal punto a todos los que se cruzan con ella que éstos no tienen más remedio que detenerse en seco y su presencia los impresiona hasta tal extremo que necesariamente la tienen que dejar en paz. La doncella del cuento se cubre con un velo para emprender su viaje y, por consiguiente, es intocable. Nadie se atrevería a levantarle el velo sin su permiso. Después de toda la prepotencia del demonio, está protegida una vez más. Las mujeres también pasan por esta transformación. Cuando están cubiertas por el velo, las personas sensatas se guardan mucho de invadir su espacio psíquico.
Por lo tanto, después de todos los falsos mensajes que se han recibido en la psique e incluso durante el exilio, nosotras también estamos protegidas por una cierta sabiduría superior, una rica y nutritiva soledad nacida de nuestra relación con la vieja Madre Salvaje. Estamos nuevamente en camino, pero protegidas de todo peligro. El hecho de llevar el velo nos señala como seres pertenecientes a la Mujer Salvaje. Somos suyas y, a pesar de no ser inalcanzables, nos mantenemos en cierto modo apartadas de la total inmersión en la vida del mundo exterior.
Las diversiones del mundo de arriba no nos deslumbran. Vamos en busca de un lugar, de la patria del inconciente. De la misma manera que se dice de los árboles frutales en flor que lucen unos preciosos velos, nosotras y la doncella somos ahora unos manzanos floridos que andan en busca del bosque al que pertenecen.
La matanza de la cierva era antiguamente un rito de revitalización que solía presidir una anciana como, por ejemplo, la madre del rey, pues ésta era la "conocedora" oficial de los ciclos de la vida y la muerte. El sacrificio de la cierva era un antiguo rito destinado a liberar la dulce pero exuberante energía del animal.
Como las mujeres en proceso de descenso, este animal sagrado era un esforzado superviviente de los más fríos y crudos inviernos. Las ciervas se consideraban muy eficientes en la búsqueda de alimento, el alumbramiento y la capacidad de vivir de acuerdo con los ciclos inherentes a la naturaleza. Es probable que las participantes en dicho ritual pertenecieran a un clan y que el propósito del sacrificio fuera el de instruir a las iniciadas en las cuestiones relacionadas con la muerte, así como el de infundirles las cualidades de la criatura propiamente dicha.
Aquí tenemos una vez más un sacrificio, en realidad, una doble rubedo, un sacrificio cruento. Primero tenemos el sacrificio de la cierva, el animal sagrado para la antigua estirpe de la Mujer Salvaje. La matanza de criaturas es una tarea peligrosa, pues varias clases de entes benéficos se desplazan disfrazados de animales. El hecho de matar a uno de ellos fuera del ciclo se consideraba perjudicial para el delicado equilibrio de la naturaleza y daba lugar a un castigo de proporciones míticas.
Sin embargo, lo más importante era que la criatura sacrificada era una criatura-madre, una hembra, símbolo del cuerpo femenino de la sabiduría. Después, consumiendo la carne de aquella criatura y cubriéndose con su pellejo para abrigarse y dejar constancia de la pertenencia al clan, la mujer se convertía en aquella criatura. Se trataba de un ritual sagrado cuyos comienzos se perdían en la noche de los tiempos. Conservar los ojos, las orejas, el hocico, la cornamenta y diversas vísceras equivalía a poseer el poder simbolizado por las distintas funciones: agudeza visual, buen olfato, rapidez de movimientos, fortaleza corporal, el timbre de voz apropiado para llamar a sus congéneres, etc.
La segunda rubedo se produce cuando la doncella se separa no sólo de la buena y anciana madre sino también del rey. Es un período en el que se nos pide que recordemos, que insistamos en tomar el alimento espiritual aunque estemos separadas de las fuerzas que nos han sostenido en el pasado. No podemos permanecer para siempre en el éxtasis de la unión perfecta. En la mayoría de nosotras, no es éste el camino que se debe seguir. Nuestra misión es más bien la de destetarnos de estas emocionantes fuerzas en determinado momento, pero conservar la conexión conciente con ellas y pasar a la siguiente tarea.
Está comprobado que podemos adquirir una fijación con un aspecto especialmente agradable de la unión psíquica e intentar quedarnos siempre allí, mamando de la sagrada teta. Eso no significa que el alimento sea destructivo. Muy al contrario, el alimento es absolutamente esencial para el viaje y en cantidades considerables, por cierto. De hecho, si éste no es Suficiente, la buscadora pierde la energía, se sume en la depresión y se convierte en un simple susurro. Pero si nos quedamos en nuestro lugar preferido de la psique, que puede ser exclusivamente el de la belleza o el del arrobamiento, el proceso de la individuación se reduce a un lento y pesado avance. La verdad es que algún día tenemos que abandonar, por lo menos provisionalmente, las sagradas fuerzas que habitan en nuestra psique para que pueda producirse la siguiente fase del proceso.
Como en el cuento en el que las dos mujeres se despiden con lágrimas en los ojos, tenemos que despedirnos de las valiosas fuerzas interiores que tan inestimable ayuda nos han prestado. Después, estrechando fuertemente contra nuestro pecho nuestro nuevo Yo-hijo, tenemos que echarnos al camino. La doncella ha reanudado la marcha y se dirige hacia el gran bosque, confiando en que algo surgirá de aquella inmensa sala de árboles, algo capaz de fortalecer el alma.